domingo, 24 de enero de 2010

ECONOMÍA SUMERGIDA - 1

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Hace días que intento escribir sobre el “fenómeno Vic” sin conseguirlo.
Quiero hacerlo bien, con información fidedigna y sin intermediarios.
Hasta ahora solo he podido hablar con una joven mujer, trabajadora del hospital de Vic, y prefiero buscar más opiniones para contrastarlas.
Hablo de fenómeno sin aparente razón, ya que Vic no es la única ni la primera población española que dificulta o impide el empadronamiento a los inmigrantes ilegales. Lo que ha pasado allí es que un partido político, antes dentro del gobierno de la ciudad, se ha opuesto con agresividad a dicha política. Parece ser que en el resto de las poblaciones, quizá por no existir representación de IU o IC, su hermana en Catalunya, nadie se ha quejado ni lo ha reflejado en los medios.

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Hace unos días, en el blog del amigo Rithmduel se discutía sobre la economía sumergida, gracias a las declaraciones de Corbacho y la subsiguiente corrección del resto de los ministros económicos. Por cierto... propongo que Zapatero cese de inmediato a esos cantamañanas y eleve al puesto de ministro de economía a Corbacho, que aun no habiendo estudiado la carrera, sabe más que todos ellos.

Para entender la economía y solucionar los problemas que le afectan es necesario saber diagnosticar como un médico hace a sus pacientes.
Un virus, un germen son tratados de distinta manera según el estado del enfermo, que depende de la alimentación, sus costumbres, el clima del país en el que vive, su estado de ánimo... y cientos de variables desconocidas para nosotros, muchas de ellas hasta por su médico.
El economista es un matemático con ínfulas de sociólogo, algo, a todas luces, mortal para la economía. Si no nos damos cuenta es porque nuestros vecinos andan igual, dirigidos por el mismo tipo de personas. Tenemos a quien compararnos, sí, pero no demasiado; las diferencias, aunque parecen grandes, son ínfimas.
Hablar de economía sumergida, de competitividad, de salarios individualmente es un error. La economía depende de un conglomerado de actuaciones demasiado grande y cada una de ellas dispone de muchas variables, algunas de ellas inamovibles a medio plazo. Combatirlas está bien, es razonable, pero siempre contando que el final de la batalla será largo y pocas veces a nuestro gusto.
La economía, si hay que pelear para mejorarla o para salir de un atolladero, hay que plantearla como una gran partida de ajedrez.
Me pregunto si en el actual gobierno existe alguien preparado. Y no me pregunto, porque lo sé, si en la oposición hay alguien que sepa de qué va la cosa.
Está claro que por oportunismo, vitalidad, imaginación, el actual gobierno dispone de más dotes que la oposición, para sacarnos del lío en que estamos metidos. Lo cual, visto el talante que gastan, es bastante triste y decepcionante. Rato, exministro de economía y diseñador del pelotazo en que estamos, director del FMI durante su etapa más nefasta, no es, precisamente, un buen ejemplo; Rajoy, sin personalidad, con un liderazgo hipotecado por los que lo auparon, mentiroso hasta la saciedad, tampoco representa un buen futuro.

La crisis y la falta de crédito deberían hacer que aumentara la economía sumergida. Para la pequeña y mediana empresa el banco ha dejado de ser un referente, ya no necesita sus servicios si no existe crédito; y la banca es la única entidad que puede limitar el flujo y creación de dinero negro. Por otro lado la crisis afecta más al dinero negro, ya que el pequeño y mediano empresario se ve obligado a limitarlo por la pérdida de excedentes. Podemos decir que el mayor productor de economía sumergida no son los pequeños trabajos que desarrollan los parados para sobrevivir sino el hecho que el empresario disponga de mayores beneficios que los necesarios para mantener su empresa.
Los sobres aparte, las comisiones, el pago de horas extras, el reparto de un dividendo por productividad, por eficacia... muchas veces se hace con dinero negro.
Debemos preguntarnos, también, qué es economía sumergida.
Si una empresa, por su venta, distribución o por la idiosincrasia de su ramo -el régimen de módulos en el minorista lo provoca- se ve obligada a vender en negro, mientras adquiere la materia prima, como casi todas, en el extranjero; no le queda más remedio que blanquear su capital mediante argucias o inventando facturas, con la consiguiente pérdida del montante del IVA falsamente retenido.
Toda empresa necesita pagar las nóminas, la energía, el alquiler o hipoteca, los créditos... y es impensable que para ello pueda utilizar el dinero negro.

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2 comentarios:

  1. Hay pequeñas cosas... gente que no puede prescindir de los 250 € de su cotización de autónomos... Las medidas de "fomento del empleo" en general se dirigen a las grandes empresas con potentes sindicatos. ¿Qué le supone a un pequeño empresario con 3 trabajadores una reducción del -digamos- 1% en las cotizaciones sociales? ¿Qué le supone la misma reducción a -digamos- el Banco de Santander? Y, a pesar de todo, la mayor parte del empleo, aparte funcionarios y autónomos, la genera la pequeña y mediana empresa

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  2. Uno de los grandes problemas de la pequeña empresa, -la mediana suele tenerlo resuelto- es la falta de información y su dificultad en aprovecharse de las ayudas o utilizar las facilidades que ofrece la administración.
    ¿Cuántas veces hemos escuchado que los chinos están exentos de y de... cuando es incierto o lo que pasa es que lo podríamos estar todos pero no lo ponemos en práctica.
    La falta de profesionalidad de las gestorías es impresionante.

    Hace años invertíamos en África. Ahora intentamos que lo haga el Estado a través nuestro. Nos enteramos, quizá un poco tarde, que año tras año una parte del montante dispuesto para ayudas al tercer mundo quedaba desierto por falta de proyectos.
    Nadie nos dijo nada. A ningún gestor se le había ocurrido. Tuvo que venir un negrito de Gambia, vendedor de refrescos en la playa de la Barceloneta, y explicárnoslo como una curiosa anécdota; para que nosotros, genios y empresarios del "primer" mundo e inversores solidarios en el tercero, nos enteráramos y, tras sortear complejos requisitos, que van de untar al secretario de la embajada de turno al alto funcionario de comercio del país receptor, conseguiéramos invertir en el lugar que no queríamos e, irremediablemente, de nada serviría.
    Moraleja...
    Si quieres hacer algo parecido, gana dinero, a poder ser negro, y lo trasladas al África. Nadie va a preguntarte de dónde lo has sacado. Y lo inviertes donde más te convenga, sin que el "funcionario" de turno lo sepa. Probablemente lo perderás igualmente, pero servirá para que la cosa funcione, instalar algo que produzca riqueza y trabajo de verdad, y no para que unos estudiantes vengan a hacer el capullo en sus vacaciones a través de una ONG.

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