domingo, 25 de septiembre de 2011

LA ESTAFA

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El viernes, mientras comía en el restaurante, salió un sabio en la tele para explicar lo que pasaba en eso tan sencillo como es la economía, -debe ser el número trescientos que habla del asunto solo en aquella cadena- y un compañero me preguntó si había entendido algo. Y es que el tipo, en su afán didáctico se había creído en la necesidad de explicarlo como si la ciudadanía de a pie fuera tonta; de tal que al final no lo entendieron ni los listos. Y, claro... le confesé que me había quedado tan en blanco como él.
-Este tipo, Luigi, nadie sabe lo que pretende explicar; aunque para el caso, creo que tampoco lo sabe él -le dije mientras le daba vueltas al tema en busca de algo con que desentrañar el berenjenal.
-Eso es como ir al mercado, ¿entiendes? Si en las pescaderías hay bonito de sobras el precio baja, en cambio, si hay poco sube. Antes el mundo era una fiesta, todos creían que había mucho dinero, los tipos andaban baratos y la banca prestaba con alegría. Entonces cualquiera era bueno y a un inmigrante con contrato ya le prestaban para comprar la casa, el coche, la alfombra del comedor y el viaje a su pueblo por agosto. Pero un día se levantaron por la mañana y descubrieron que todo era supuesto y nada concreto; que el dinero no estaba y solo eran promesas de pago en caso de seguir ganando.
-Pero esto que cuentas es una pirámide y está prohibido –me dijo alarmado.
-Pues eso –le respondí –pero montada por los políticos y rubricada por los banqueros.

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domingo, 18 de septiembre de 2011

HONORABILIDAD

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Lo que daría por estar en su lugar



El Clinico está forrado de carteles, igual que Sant Pau y el resto de los hospitales de Barcelona. Pero el Clínico y Sant Pau son especiales, los primeros hospitales públicos de Barcelona y de los mejores del mundo; y parece ser que los quieren vender.
La mejor sanidad del mundo está en venta, eso sí, después de haber gastado una millonada en modernizarla.
¿Quién la comprará?
Es fácil imaginarlo, sus posibles compradores desayunan a menudo con nuestros políticos y les hacen regalías, aunque solo sea con el mejor servicio a sus familias.
La clase política catalana quiere cargarse de un plumazo el trabajo de ciento cincuenta años, para que sus amiguitos puedan volver a enriquecerse, ya que sus clínicas privadas, propiedad de corporaciones, ni de lejos llegan a la calidad del servicio de los hospitales públicos.
El truco es rebajar costos, despedir gente y convertirlos en apetitosos; después venderlos por poco dinero pagadero en muchos plazos, a cambio de legislar convenientemente para que el costo lo pague en poco tiempo la ciudadanía.
¿A que sí?
Y lo más divertido es que la muy burra sigue votándolos.


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