miércoles, 30 de junio de 2010

UNA DE PATANES CON POCA VERGÜENZA

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No hay duda que tengo muy abandonados mis dos blogs. La enfermedad de mi compañera, que cuando parece ver la luz, sufre una recaída que la deja peor de como estaba, y el libro que estoy escribiendo, absorben por completo el tiempo libre que dispongo.

Un amigo y seguidor de este blog me ha escrito preguntando qué pensaba sobre, cómo había quedado el Estatut después del recorte y qué futuro espera a los catalanes.
Aquí ya se ha hablado largamente del tema y todos conocen mi opinión sobre el Estatut y la Constitución española, pienso que seguir con lo mismo es cansino y una pérdida de tiempo. Ni siquiera he leído el dictamen o cómo queda lo recortado. Hablar del TC ya no merece la pena. Lo que hagan y deshagan tiene, desde hace unos años, la importancia que cada uno quiera darle dependiendo de sus intereses.

Mucho me temo que a partir de ahora deberá ser el resto de España, quien se pregunte el futuro que le espera; y si mucho espera, quizá terminará preguntándoselo a los catalanes.
Los catalanes serán lo que quieran ser, solo necesitan ponerse de acuerdo, algo difícil con los políticos que eligen para corretear por el país.
Los catalanes ya no necesitan a nadie y menos el permiso del resto de España, de Madrid o de unos patanes con el sentido común y la vergüenza en el culo, para ser o hacer lo que les venga en gana. Esos patanes se lo han puesto en bandeja.
Ahora bien… mi pregunta es: ¿quiénes son más patanes, los de aquí o los de allí?

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viernes, 4 de junio de 2010

LA MANZANA CAERÁ POR SU PROPIO PESO

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Ayer, mientras esperábamos que subieran a Amara del quirófano, mi joven nuera me preguntó por lo que había pasado en Palestina.
La tele daba las noticias y un iluminado y chocado periodista español contaba la historia tal como había sucedido. No hacía falta exagerarla ni tergiversarla, la verdad había sido suficientemente cruenta y explícita.
Hacía poco que lo estaba meditando. La espera de cuatro horas, más las dos de UCI, dan para mucho en una habitación hospitalaria, en compañía de una suegra con solo un lamento: “qué desgraciadita soy de tener una hija como esta”.
A mi nuera, lista como el hambre, le conté la historia tal como había sido, cómo se fraguó el desenlace, quien lo propició y porqué, quien había sido el listo y quien el tonto, quien había salido ganando y quien perdiendo.

La historia está clara: un convoy de ayuda humanitaria parte de Turquía en dirección a Palestina. Lo hace con la suficiente cobertura mediática, para que todo el mundo se dé por enterado, y está organizada por una ONG turca, con el apoyo de un grupo de organizaciones humanitarias europeas.
El heroico ejército hebreo, que después del fiasco en Líbano debe buscar enemigos en más consonancia con sus posibilidades, envió sus comandos de élite para interceptarlo.
Hasta ahí todo bien, era lo que tocaba para cualquier individuo normal, que sabe como terminan estas cosas. Ahora bien… en los EEUU, eje de la política hebrea, gobierna un progre, encima negro y de origen musulmán; que no traga con la necesaria facilidad y pretende la paz.
El hebreo cree que debe putearlo, eso si no se encuentra alguien que lo mande al otro barrio, a poder ser cubano y musulmán, aunque esta combinación es harto difícil. Debe boicotear el proceso de paz y dar un toque al negro, para que se entere de una vez que en su casa, ni él ni sus votantes mandan una mierda. Y es que el proceso es un estorbo y no solo conlleva concesiones y entrega de territorios sin escriturar sino que impediría seguir apropiándose de más.
Por otro lado está Hamas, que se ha infiltrado en la ONG y no le interesa ningún acuerdo de paz con el invasor, que impida su desaparición como Estado.

Para entender la situación debemos ponernos en el lugar de una sociedad enferma: la hebrea, tan descerebrada como lo fue la alemana de los años treinta y cuarenta; que ha caído en el nazismo con todos sus vicios: la diferenciación cultural y religiosa, ya que racial no puede serlo, debido a la variabilidad de sus individuos. Aunque tenga muy potenciado el espíritu semita y se considere heredera de su casta, lo cierto es que son más semitas los que trata de expulsar y exterminar, que ellos mismos. Así como entender la actual situación socioeconómica mundial y europea. Europa está en plena regresión con respecto al resto del mundo. Un grupo de países emergentes, ricos en materias primas, celosos de su propiedad y administración y con gran crecimiento humano; sin problemas de identidad y con una manera de entender el nacionalismo más global y sin prejuicios, se están haciendo sitio en el actual mundo. Al principio sin competir, creciendo sin menoscabo del extraño; pero ahora a costa del decrecimiento del mundo desarrollado.
En este grupo se encuentra Turquía y Brasil, dos países con suficiente poder y empuje para liderar dos áreas geopolíticas muy distintas. El primero con el viejo interés en entrar en la sociedad europea con pleno derecho.
Turquía, de la mano de Erdogán, un estadista inteligente que ha conseguido vertebrar y consolidar el crecimiento económico, y crear una política social homologable con la europea; después de haber sido rechazada por Europa, que veía con temor la asociación de una potencia islámica y moderna de 75 millones de habitantes, ha escogido liderar una sociedad de libre comercio entre naciones de su entorno, modernas y elásticas, mucho más de lo que nuestro periodismo y nuestros políticos creen conocer. Siria, Irán, Jordania, Egipto… y más adelante podría extenderse hasta los confines de su mundo, arrebatándolos de la exclusividad que en él tienen los EEUU y Europa.
Brasil, de la mano de Lula, se ha convertido en la potencia indiscutible que ya hipoteca la del gigante del norte, que influye sobre la de sus vecinos con más fuerza y éxito que la de aquel y del español. También ha conseguido vertebrar una sociedad casi esclavista y convertirla en moderna, con políticas sociales y educativas vanguardistas, y muy poderosa y ambiciosa, orgullosa de su personalidad.
El acuerdo entre Turquía, Brasil e Irán es muy sintomático y demuestra el potencial de los dos países en decidir en el mundo.

Pero hablemos del estado hebreo, Palestina y la situación creada.
Por un lado tenemos una sociedad descerebrada, que se guía por impulsos y se considera inmune y escogida de su dios; por otro una sociedad desgajada, que lo ha perdido todo excepto su orgullo y que está dispuesta a morir, con tal de expulsar a su enemigo de la tierra que le robó; en otro lado la sociedad turca, moderna y que se abre paso en un mundo fértil y por explotar.
El turco, igual que Hamas, sabía como terminaría la aventura. El hebreo, con tal de dar la nota e insultar al progre negro y al ciudadano europeo, provocaría una masacre, y lo haría en aguas internacionales para más escarnio y para demostrar, que las leyes internacionales no pintan nada sino sólo las suyas, que por algo son divinas. El aviso es claro: existes porque quiero y me interesa, Roma se mantiene entera porque me da la gana, el Big Ben toca las campanas porque le dejo… En suma: las brigadas rojas podrían resurgir, ETA volvería a matar y el IRA podría resucitar; los mandamases están en el punto de mira; igual que el progre negro, que nadie entiende como el electorado americano no hizo caso de la advertencia, estando como estaba la simpática Palin, con el beneplácito hebreo.
El turco necesita espacio y ha provocado al hebreo. Y este, gracias a su estupidez y prepotencia, ha caído en la trampa de lleno. La bandera turca ondea desde Indonesia hasta Marruecos y la gente grita vivas a su jefe. El egipcio, asustado, ha abierto la frontera. No quiere que lo identifiquen con el descerebrado y prefiere arriesgarse. El iraní se frota las manos, tiene aliados poderosos y el chino nunca aceptaría que lo tocaran, su petróleo está en juego. El ruso ha tomado buena nota y se lo mira todo desde la barrera, con su nueva nanotecnología militar, su capacidad de disuasión, su tecnología espacial y su almacén de materias primas intacto.
No, el hebreo ya no es lo que era, sus amigos pierden terreno cada vez que monta un numerito y, en poco tiempo, ya no podrán cubrirlo con su paraguas. La manzana caerá por su propio peso.
¿Y el europeo?
Pues este, después de haber olvidado el asunto de la alianza de las civilizaciones del español visionario, ya no pinta nada en el mundo. El socio brasileño le ha quitado Sudamérica y el turco el Islam.

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