Es un error creer que la pobreza de un país está relacionada con la economía sumergida. En este caso Italia sería pobrísima. Allí hasta la banca opera en negro.
El viejo Agnelli se quejaba que sus trabajadores preferían hacer media jornada, porque la otra media la dedicaban a fabricar o montar pequeñas piezas en sus casas-talleres. Según él trabajaban para las empresas subsidiarias de la FIAT cobrando con dinero negro.
Italia es pobre, pero solo en el sur y por causas históricas y estructurales, y no por su economía sumergida. El sur de Italia es pobre por su corrupción. Italia tiene el mérito o la vergüenza, depende para quien, de ser en el único país de la vieja Unión y uno de los pocos de la actual, que los médicos sin fronteras tienen trabajo.
La economía sumergida abunda más en los países pobres que en los ricos, pero no por ello sino por su talante y por lo que la provoca: la corrupción.
Hace poco, al destaparse el caso Pretoria, Durán i Lleida dijo que no era tan grave tener algo de corrupción, que tampoco teníamos que hacer un drama con ello.
Algo de corrupción...
¿Qué es corrupción?
Hace tiempo, cuando invertíamos en África para impedir que los subsaharianos sintieran la necesidad de cruzar el estrecho, mi socio y yo descubrimos un modelo de corrupción; y, engañados, creímos que África, sus gobiernos, batían el récord de este mal. No es así, cada uno tiene el suyo adaptado a su nivel económico y su sistema legislativo, y nuestro país no es ninguna excepción, mas bien todo lo contrario.
La moda se ha convertido en un desastre, un conglomerado de tendencias creadas por cuatro chalados sin gusto ni técnica. Los pocos que pueden dar un golpe de timón, en este aspecto, son los sudamericanos y los asiáticos, los únicos que trabajan, que han conservado el oficio y lo han mejorado. El resto sabe comprar y vender, pero no crear y producir; y su problema es que solo puede comprar en Asia y vender en una Europa cada día más empobrecida, más vacía de dinero real y sin nada con que negociar.
El gobierno quiere dar un giro a la enseñanza, promocionar el aprendizaje de los oficios.
Demasiado tarde. Ya no quedan profesores, ni siquiera se encuentran buenos carpinteros, torneros, etc. Muchas escuelas están dirigidas por ex alumnos que no saben para que sirve una herramienta y que la industria desechó por inexpertos, falta de trabajo y de una política de soporte por parte de la administración.
Demasiado tarde. De aquí al 2012 España podría superar el 25% de paro y entre el 2015 y el 2017 quedará vacía de dinero, entrará en fallida.
El pufo español, junto al de otros pequeños países, será de proporciones tan grandes que el resto de Europa, lo mejor que puede hacer es crear un nuevo Euro circunscrito a los países que funcionen. Como si quisieran recuperar la Europa de las dos velocidades. ¿Velocidades?
No, eso no. Mejor decir eficacias.
Pocos trabajan y los que lo hacen deben mantener demasiada gente. Un diez por ciento de la población vive del cuento, muchos con poco, pero la minoría roba tanto que no queda para el resto.
De los dieciséis millones que según el gobierno aún trabajan, muchos hacen cursillos de formación, otros cobran el subsidio rural, están los empleados del Estado y una cantidad indeterminada de trabajadores ociosos.
Calculo que en estos momentos solo una cuarta parte de la masa laboral produce algo que tenga que ver con creación de riqueza.
La renta de los españoles durante el 2009 cayó un 6,24%, el 2010 no será distinto; mientras, el gobierno dice que el PIB ha subido, nadie sabe cómo. Él sí, pero no lo dice. En el mismo año cerraron dos mil cuatrocientas empresas de más de seis millones de facturación anual. Este año se espera algo similar, sin contar las miles de PIMES que desaparecen sin más, que dejan de cotizar, pagar impuestos y producir.
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Tenemos miles de alcaldes, decenas de miles de concejales, secretarios y subsecretarios, millonarios casi todos; cargos electos que cada uno escoge a dos amigotes a dedo, familiares, amigos y enemigos acreedores de favores, como portadores de maletín o secretarios adjuntos de la secretaría de turno.
Soportamos a miles de empresas que trabajan poco y facturan docenas de millones a fundaciones extrañas, ayuntamientos, consejerías, ministerios... Financiamos corporaciones que instalan gigantescos tinglados con exenciones fiscales, recalificaciones territoriales, expropiaciones o, incluso expulsiones del territorio por la ley de costas, por la hidrográfica... con terrenos cedidos nadie sabe cómo o con leyes diseñadas al efecto.
Mantenemos decenas de miles de funcionarios estatales en Madrid y en las respectivas comunidades, fingiendo administrar lo que a estas ya ha sido traspasado; miles de sindicalistas liberados. Y pagamos sueldos y pensiones millonarios de por vida a los que han montado semejante tinglado.
Cuando la gente pregunta dónde se encuentra el dinero, debería mirar a los partidos políticos y a sus secuaces, solo eso. Ellos chupan y gastan sin producir, no se cansan de hacerlo, con la inestimable ayuda de la banca.
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Malas lenguas dicen que la banca abrirá el grifo del crédito a la empresa, a la rehabilitación... cuando el gobierno caiga; que este gobierno es demasiado socialista y no interesa.
De ser así, Obama lo habría percibido o sido aleccionado por su amigo Zapatero y, anticipándose, ha cogido el toro por los cuernos o, lo que es lo mismo, la banca por donde más le duele. El problema de Zapatero es que ya no dispondría de medios ni tiempo y habría perdido la batalla.
Ilusos.
La banca no llega a tanto, no gasta tanto maquiavelismo.
Los banqueros españoles, con el dinero prestado-regalado han hecho lo único que saben: intentar hacer subir la bolsa para atraer la inversión extranjera y sacar tajada. Se han gastado la pasta recuperando hipotecas e invirtiendo en bolsa. Ahora se encuentran que el inversor extranjero, que suficiente problema tenía en su casa, no ha comprado, y la bolsa está hinchada entre un cuarenta y un cincuenta por ciento.
La banca ya no tiene dinero ni para absorber sus propias inmobiliarias y prefiere prestarles dinero ficticio para que paguen a sus proveedores, no fuera que esos las embarguen y se queden sin cobrar de unos, de otros y sin pisos.
Prestan dinero a sus deudores para que paguen a otros deudores y, así, recuperar el montante con intereses.
La banca española no sabe crear riqueza sino apropiarse de ella para jugársela en el casino de la bolsa.
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