martes, 30 de diciembre de 2014

ENTRE LA ILUSIÓN Y LA DECEPCIÓN


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Lo reconozco, fui uno de los defensores de la entrada de España en el Euro; y ahora o, mejor, desde hace bastantes años, debo confesar que lo lamento. Entonces carecía de la información y de los estudios necesarios para decidir mi postura, aparte de haberme dejado llevar por la ilusión y por las explicaciones de mis amigos, supuestamente más preparados que yo.
Lo que ahora me pregunto es en lo que pensaban nuestros gobernantes económicos, para, con la información que disponían, aceptar semejante acuerdo.
De lo que sí estuve en contra, es de los acuerdos para la entrada de España en la UE. Recuerdo perfectamente que predije el desastre, la desindustrialización que representaría y el descalabro de nuestra economía agraria, a cambio de unas limosnas que, ahora descubrimos, solo sirvieron para convertir España en un país de servicios baratos. Por entonces yo entendía más de economía productiva que financiera, y me horrorizaba escuchar y leer sobre las bondades de un acuerdo, que ha llevado a España a la cola del mundo desarrollado y camino del tercero.

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Ahora hablamos de consultas ciudadanas, de las que como pirata soy un ferviente defensor. Y por supuesto que las haremos, pero si no preguntamos por cosas que afectan la víscera del ciudadano, tal como a qué sinvergüenza hemos de seguir, qué equipo de fútbol debería ganar la liga o si hay que declarar un nuevo día festivo, pocos van a participar.
Nosotros preguntaremos por las cosas que realmente afectan a las personas en su vida, como la manera de defender la sanidad y la educación públicas, cómo promover la cultura o cómo podemos llevar la electricidad a los hogares sin recursos; pero me temo que la participación no sobrepase el 15% y a veces el 10%, aunque luego esa misma ciudadanía nos salude y felicite por la calle.

Una parte de la ciudadanía confunde los derechos humanos, con su derecho a hacer lo que le viene en gana.

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Es triste ver a una gente sana, con ideas y ganas de generar ilusión, ser arrastrada por la estrategia obsesiva de un partido político, a unas posiciones completamente extrañas y decimonónicas. 
Es triste ver cómo un grupo de gente, que podría mejorar su ciudad, hacerla más participativa y abierta, prefiere seguir la estrategia bastarda de un partido y sus intereses electorales.


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miércoles, 19 de noviembre de 2014

"YA NADA SERÁ COMO ANTES"


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Al irme de la plaza, aún con la alegría de mis amigos músicos como fondo, hice un compendio de todo lo visto y vivido durante esas pocas horas que, día tras día, el trabajo y la familia me habían prestado.
Como era de esperar, no solo había percibido una sensibilidad sino muchas. Algunas ceñidas a dogmatismos, otras preocupadas por sentirse partícipes de un grupo; y muchas de individuales, aisladas de lo que se cocía entre los bastidores de las muchas ideologías concentradas, apiñadas y demasiadas veces sumidas en el desconcierto. Había de todo, pero quien más gobernaba era el dogmatismo, que es quien grita más y lo que suele ocurrir cuando nada importa demasiado, que intentaba por todos los medios apoderarse del movimiento, principalmente el de la izquierda más visceral y leninista, y el nacionalismo excluyente.
Hoy de todo aquello quedan los residuos, que para mantener viva la llama han buscado el apoyo de algunas formaciones políticas, las más afines a un proyecto asambleario, o han creado algunas de nuevas, o asociaciones cívicas encerradas en sí mismas. Unos cuantos han creado su nido formando grupos izquierdistas muy viscerales y leninistas, que promueven una solución radical que comporta la eliminación de los partidos políticos; otros han buscado el amparo de partidos asamblearios, de viejo cuño o recién formados; y un grupo más transigente, que aspira a otra manera de gobierno en la que no caben los partidos políticos, pero reconoce que necesita un período de transición para poder absorberlos o transformarlos.
Los partidos políticos no han muerto, sin embargo, con la implantación de las nuevas herramientas de comunicación y de participación, tienen los años contados. La democracia, sea directa o líquida, suplirá los partidos tal como ahora los conocemos, pero se necesita tiempo, aún más en un país como el nuestro. Hasta que llegue este momento los partidos deben servir para enriquecer ideológicamente y para organizar todas las individualidades con el cuidado de no absorberlas.
El futuro es incierto, las sensibilidades se rozan y a veces se entremezclan y confunden. No existe la suficiente cohesión y, por contra, reina el desorden y la desconfianza.
En caso que las nuevas formaciones o coaliciones triunfaran electoralmente, fracasarían en su gobierno, cosa que ya se respira antes de haberse formado, y se perdería más de una generación para recrear las condiciones, treinta o cuarenta años. Para las formaciones tradicionales, esas que no consideran la función pública como herramienta para la ciudadanía sino para satisfacer sus deseos ideológicos, eso es agua bendita, volverían con renovadas fuerzas de autoritarismo, mostrando complacencia por la destrucción del asamblearismo.

Momentos antes de editar este artículo estaba hablando con un amigo y compañero pirata, confesándonos mutuamente que si finalmente confluimos, será por la fuerza y sin la suficiente preparación. Gobernar así solo puede tener un mal final, tanto para la ciudadanía como para los que luchamos por su bienestar, de modo que lo mejor que podría pasar es perder, aunque por poco, y quedarnos en la oposición.

 
Sigo pensando que los gobernantes, que también es extrapolable a la clase política, son el espejo de la ciudadanía. Y nosotros somos parte de esta clase política, tanto si estamos en un partido como fuera de él. Nuestra ciudadanía no está preparada para autogobernarse, primero debe ser adiestrada para ello y convencida que puede hacerlo, que es capaz de empoderarse. Nosotros no somos ajenos a sus carencias y, a la vez, somos incapaces de aceptar el consejo de quien ya ha gobernado.

No hay peor idiota que aquel que se cierra en sus ideas, que se cree poseedor de la verdad absoluta.
A mis compañeros de viaje les diría que todas las barreras son franqueables, excepto las que uno mismo pone en su camino.

En todo caso, gobierne quien gobierne ya nada será como antes, nunca más podrá hacerse como hasta ahora. Y eso solo tiene un significado: pase lo que pase el 15M ha cambiado las reglas del juego.

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miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿DEMOCRACIA DIRECTA O LÍQUIDA?


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¿Democracia directa o democracia líquida?
Los más puristas dirían que la directa, los más prácticos la líquida. Yo prefiero la primera.
¿Por qué tengo que delegar mi voto a alguien?
Eso es provocar el clientelismo, la vuelta a la actual democracia, que ha desaparecido entre una nube de delegaciones y subdelegaciones que nadie entiende.
¿Qué mejor que llegar a la suficiente madurez democrática?
¿Por qué debo delegar el voto a quien solo comparto una cierta empatía?
¿No es mejor inmiscuirte o participar exclusivamente en lo que entiendes o te crees experto?
El mejor trato es preguntar a todos por todo, y el mejor resultado es que respondan los que entienden sobre la pregunta.
¿Quién mejor que un transportista o un taxista, para hablar o decidir sobre un semáforo? El día que me pregunten por él, preferiré no provocar confusión en un tema completamente extraño para mi.

Tomo, como muchos martes, una cerveza con mis amigos. Me hablan del gobierno, de la consulta y de democracia.
-¿Consulta? ¿Qué consulta?
Una pantomima que no representa a nadie, que no ha sido explicada ni contrastada, que ni siquiera mantiene un mínimo de imparcialidad. Eso es, para ellos, una consulta democrática.
Se burlan de mi porque según ellos votaré en blanco.
-No, esta vez ni eso. Yo no voto para dar gusto a unos partidos políticos que solo pretenden salvar su culo.
Pero ya no explico mi postura. Para qué si nunca entenderán alguien que no cree en naciones, banderas y fronteras. ¿Cómo voy a votar si ya ni participo de las preguntas?
Respeto el voto e incluso lo defiendo. Al contrario que ellos, dejo mi piel, mi tiempo y gran parte de mi futuro para que ellos puedan votar, y no solo un futuro que no me conmueve ni me interesa sino todo.

Pretendo hablar de democracia sabiendo que pocos entienden su significado. ¿Cómo puedo explicar a mis amigos la diferencia entre democracia directa y líquida, si ya no puedo entablar una conversación sobre la más simple?
Los piratas estamos en otro mundo y no queda más remedio que aceptarlo. No podemos, es imposible, hablar de nuestra democracia a quien ni siquiera le preocupa o entiende la más común de ellas, la ficticia.
Y no puedo más que pensar en los compañeros que he dejado un rato antes, con los que hablaba de cómo promover nuestras ideas entre los pequeños comerciantes de los barrios, de saber de sus problemas y cómo solucionarlos, de preguntarles por las penalidades que pasa su clientela.
Sin duda eso sí es hacer política, el resto es mierda.

¿Y los piratas? ¿Dónde están los piratas?
Unos divagando y otros luchando en algo que la mayoría no entiende ni le importa, la cultura libre, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y qué modelo de democracia es mejor, si la directa o la líquida.
Evidentemente, estamos muy lejos de la sociedad y de sus problemas.
¿Cómo podemos hablar de cultura libre, a unos tipos que la confunden con descargarse música barata o películas porno sin pagar a sus creadores?
¿Cómo podemos hablar de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a una gente que votó un Estatut de autonomía y una Constitución sin habérselos leído?
¿Cómo podemos hablar de democracia directa o líquida, a una gente que vota sin saber quién es su representante, sin estudiar lo que piensa y defiende realmente?

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jueves, 16 de octubre de 2014

UNA PROPUESTA PARA EL NUEVE DE NOVIEMBRE

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Fotografía de Sergi Vázquez Anguela bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND

Ante la situación creada por la decisión del Gobierno de la Generalitat, de canviar la mecánica de la consulta sobre el futuro político de Catalunya del próximo 9 de noviembre, desde Pirates de Catalunya queremos hacer las reflexiones siguientes:

  • Tanto la consulta impugnada, como el proceso participativo que la sustituye y que ahora se inicia, tienen la condición de no vinculantes, algo inaceptable para Pirates de Catalunya. No obstante, entendemos que no hay otra salida, frente la posición de negación absoluta de las estructuras del Estado español.
  • Consideramos que falta información y transparencia respecto al proceso participativo, por lo que confiamos en la voluntad política del ejecutivo catalán, por aclararlo lo antes posible.
  • Rechazamos enérgicamente el juego de algunos partidos, que ponen sus intereses electorales por encima de la voluntad ciudadana, que clama por expresarse en las urnas.
  • Unas elecciones plebiscitarias no son la mejor solución, ya que una decisión de este calibre ha de ser potestad única de la ciudadanía, más allá de acuerdos que los partidos hagan al presentarse a las mismas, y de los defectos inherentes al sistema electoral actual.
  • Para Pirates de Catalunya, una declaración unilateral de independencia solo sería aceptable tras un amplio y masivo proceso, ya sea con un referendum o una consulta que la legitime y sea el claro reflejo de la voluntad ciudadana.

Por todo ello, desde Pirates de Catalunya nos ofrecemos a la ciudadanía y a las instituciones, para facilitar la participación de este nueve de noviembre, en modo de herramientas y de experiencia en democracia directa.
El funcionamiento del proceso participativo, sin censo previo, es el mismo que ya hemos puesto en práctica en distintas iniciativas, mediante las cuales hemos desarrollado herramientas de programario libre para llevarlas a término.
Las herramientas que ofrecemos permiten garantizar el secreto de voto y, a la vez, verificar el recuento por parte de los mismos votantes y de auditores independientes, así como la construcción en tiempo real del censo, a partir de inscripciones in situ, con privacidad y sin la posibilidad del voto múltiple.
Además, organizaciones idependientes podrán participar en el proceso participativo como entidades de autoridad, observando los procesos de votación y de recuento, confirmando la integridad de la votación y la ausencia de manipulación, aumentando así la legitimidad del proceso.
Creemos que la ciudadanía ha de poder expresarse, sea cual sea el momento, el motivo o la necesidad, teniendo muy claro que la legitimidad no siempre está contemplada en la legalidad vigente.
Esta voluntad de expresarse ha de ir acompañada de las garantías democráticas básicas, de universalidad, de confidencialidad y de transparencia, necesarias para legitimar el resultado final de cara a la ciudadanía de Catalunya y de la comunidad internacional.
Desde Pirates de Catalunya sentimos que el momento llama a toda la ciudadanía a hacer historia. Tenemos la oportunidad de poner los fundamentos de una democracia real, directa e impulsada por quien realmente tiene la soberanía: el pueblo. Propuesta, creada, desarrollada y supervisada por el pueblo y para el pueblo. Una democracia incensurable, independiente del gobierno de turno, donde no haya que pedir permiso a nadie para preguntar nada. Y qué mejor momento para empezar, que en este primer acto de soberanía popular: decidiendo ella misma lo que quiere ser.


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jueves, 9 de octubre de 2014

TRANSPARENCIA


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Aunque nos parezca increíble, la mayoría de las sociedades desarrolladas intentan poner impedimentos a la corrupción, que es el origen del atraso y de la pobreza de las menos desarrolladas. La mayoría lo consigue a través de una compleja función pública que la dificulta, sin embargo, el trato del ciudadano con el Estado se hace engorroso y hace difícil la detección de lo que pretende combatir. Finalmente quien termina pagando, tanto a esta función pública como la corrupción que consigue filtrarse, es el ciudadano, principalmente el medio y el más débil. El primero con su dinero y el segundo al no poder recibir las prestaciones para su supervivencia. La clase poderosa, gracias a pactos entre ella o a detentar el poder de manera casi exclusiva, consigue romper una brecha en la función pública, sea con mecanismos hechos a propósito o leyes diseñadas para esquivar sus responsabilidades.
Pero no por eso es menos importante la corrupción de bajo nivel, tan perjudicial como la anterior, primero porque consigue corromper a la sociedad desde su interior, y segundo porque es masiva.
¿Cómo podemos luchar contra esto?
Solo con educación, porque, al contrario de lo que explican algunos gurus de la informática, no existe la herramienta perfecta. Lo único que podrían conseguir dichos sistemas, siempre y cuando estén bien diseñados, sería hacer más llevadera la función pública.
No es el caso. Actualmente entrar en las webs de la administración, para la mayoría se convierte en un suplicio, una carrera llena de obstáculos que hace imposible su utilización, primero por la jerga empleada y segundo por la multitud de variantes y cambios. El resultado es que el ciudadano medio sin recursos, termine pagando los servicios de un intermediario, que encima suele equivocarse por lo mismo.
Quizá la informática haya conseguido, en unos pocos casos, facilitar el trabajo del ciudadano, pero solo por coincidencia, porque el Estado no pensaba en él al imponerla sino en limitar la carga de su funcionariado. Solo la clase más elevada ha podido beneficiarse de ella, ya que dispone de los recursos suficientes para utilizarla.
Y sí, es posible que la informática haya conseguido dificultar la corrupción, pero una vez más solo al ciudadano con menos recursos.

¿Cómo podemos educar a la ciudadanía, desde su escalón más bajo hasta el más elevado?
Acostumbrándola a la transparencia. Y eso si puede conseguirse con las nuevas tecnologías, principalmente con las de la información.
Es importante que el ciudadano participe de los presupuestos, pero esto tampoco lo es todo. Se trata que la administración publique cada gasto que hace, con sus facturas correspondientes, para que cualquiera pueda hacer un seguimiento de él. Al principio será difícil, encontraremos reticencias; con el tiempo el ciudadano se acostumbrará a entrar y a discutir cualquier gasto, tal como tras un partido todo el mundo es un buen entrenador, o en una asociación de vecinos todos tienen un amigo que hace la remodelación más barata. Pero con los años este mismo ciudadano irá discriminando lo que escapa a su sabiduría, para concentrarse en lo que verdaderamente entiende. El jardinero, el carpintero, el distribuidor de combustible, de automóviles. Cada uno de ellos indagará y se preocupará por los temas que más le atañen, se preguntará por qué el contrato de iluminación se lo ha llevado tal o cual, lo investigará y quizá descubra un error o aprenda una nueva técnica. La competencia aumentará y con ella la eficiencia y las nuevas ideas, porque este ciudadano puede tener una solución más práctica y asequible, entrará en el debate y despertará dudas entre los que ya estaban dispuestos a aprobarlo.
La horizontalidad nos habrá llevado a la democracia directa, y la posterior madurez a la participativa. Sin embargo, es la transparencia la que nos hará más fuertes y seguros, habrá conseguido lo más importante, educar a la ciudadanía y evitar que caiga en el populismo. Un concejal ya no deberá temer por el resultado de sus actuaciones, porque solo será el administrador de la voluntad del ciudadano.


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jueves, 18 de septiembre de 2014

IV JORNADA PIRATA

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Hace tiempo explicaba que los piratas habíamos decidido salir de nuestro mundo, el idílico en el que la perfección es lo que cuenta.
A primeros de este año un buen amigo me dijo:
-Ya era hora que los piratas dejarais de tener el morro tan fino.
Pues no, no es eso. Los piratas seguimos teniendo el morro igual de fino, lo único que hemos hecho es revisar nuestra manera de ver el mundo, no por nosotros sino porque este ha cambiado.

Nosotros pretendemos lo que la mayoría, que es cambiar la sociedad, pero a través de la cordura.
Queremos conquistar al desengañado, que nunca se ha comprometido porque nadie le ha dado ocasión de empoderarse.
Queremos una sociedad libre y democrática, en la que cualquiera pueda decidir su futuro.
Queremos un mundo libre y rico, sin fronteras culturales ni científicas.
Queremos compartir y ser compartidos.

Solo queremos deciros que aquí nos tenéis, sin ánimo de protagonismo, sin pretender el poder; que tenemos las herramientas y hemos decidido mostrarlas, enseñar a utilizarlas sin miedo. Por esto os convocamos a esta IV Jornada, seáis partidos políticos, asociaciones o ciudadanos independientes.


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jueves, 11 de septiembre de 2014

TIEMPO DE ANTIHÉROES

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Veo muchas ganas de hablar y de marear la perdiz, escucho muchas declaraciones de principios, pero con poca o ninguna intención.
El país todavía se motiva tras liderazgos individualistas, o fascismos nacionalistas.
Casi nadie quiere participar, espera que le den todo hecho, que unos cuantos se maten o luchen hasta la extenuación, para después pedirles lo imposible a cambio de unas migajas. Con una ciudadanía así no me extraña que siga gobernada por simples villanos; o que se mueva, solo un día al año y tras un trapo manchado, con la cómoda convicción que con él será más libre y rica. Para eso ya están los curas o los imanes, que por menos prometen lo mismo y mucho más.

Todos hablan de participación y de trabajar para el pueblo, pero luego insinúan cuotas de poder, aunque con otras palabras. Las cuotas no tienen sentido con un programa común, y si se piden solo es porque no se piensa obedecer el mandato común sino solo el de su grupo.
Las primarias sirven para escoger al mejor de los que se creen capaces de gobernar. Cada uno debe explicar y documentar quién es, sus estudios y su experiencia; y prometer al resto que administrará, lo mejor que sepa y pueda, el mandato recibido.Pero también sirven para que todos se acostumbren a confiar. Al principio el ganador, se quiera o no, se le identificará con su grupo, que siempre será el mayoritario; pero si respeta el mandato, a los cuatro años su origen habrá sido olvidado.

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Estoy satisfecho porque ha llegado el tiempo de las personas grises, esas que no sobresalen, que intentan pasar desapercibidas, sin ruido. Antihéroes que han aprendido a unirse y hacer un todo, a apoyarse unas a otras para conseguir un objetivo, que es el bien común.
Me gusta la sencillez de quien se sabe sencillo, tanto que antes de nada pregunta, aconseja, propone y obedece en lo que puede la voluntad de la mayoría, tras intentar aunar sus opiniones, hacer que la díscola se explique y que la mayoritaria escuche antes de decidirse.
Me gusta la gente que duda, que no teme corregir, que acepta sus errores, que se disculpa.
Me gusta contar mi historia sin mirar para atrás, ni temer que alguien me espere en una esquina; poder pasear tranquilo por los lugares en los que me reconozco, entre la gente con la que mejor me siento. Me gusta ser quien soy sin esconder lo que he sido. Y por todo esto no cejaré hasta que los que son y piensan como yo puedan vivir mi sueño.

 
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martes, 17 de junio de 2014

LA FASCINACIÓN DEL CAOS

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¿Por qué me fascina tanto el caos?
Quizá porque en mi fuero interno sé que no existe, que todo sigue un patrón, complejo y a veces imposible de calcular, pero que está aquí nos guste o no.
El sábado, con mis piernas dentro de la piscina y mi nieta en mis brazos, observaba el ir y venir de una pequeña semilla, que se acercaba y alejaba impulsada por una combinación de factores, a veces previsibles y otras no tanto. Eso es lo más parecido al caos, pensé en aquel momento, igual que el orden de las galaxias en el Universo, que la unión de las partículas cuando formaron las primeras estrellas y planetas. Nosotros somos producto de un mal llamado caos.
O quizá porque lo que más me gusta de este mundo es el cálculo, no el que se tiene por tal sino el que determina el orden de las cosas y su futuro.
No me gusta la contabilidad, eso tan mecánico y perfecto, sino la ingeniería económica.
Actualmente estamos dominados por contables, seguramente contratados por las grandes corporaciones o la gran Sociedad Anónima que controla la economía del mundo; sin embargo, no es esa contabilidad la que hace crecer o decrecer sino la manera de separar lo que crea riqueza y situarlo en el espacio más adecuado. Las cifras son las mismas, pero ordenadas de una u otra manera pueden crear riqueza o destruirla. Hoy estamos gobernados por un grupo que ha decidido, voluntaria o involuntariamente, destruir la riqueza.

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Reniego de todo aquello que significa decrecimiento, cuando fui uno de sus más acérrimos defensores. El humano debe crecer sin fin, el día que no lo haga, primero entrará en coma y luego se extinguirá. No en número, eso no hace falta; tampoco en consumo, que eso es de estúpidos; pero sí en calidad de vida.
Debemos trabajar menos y producir bienes duraderos y reciclables, electrodomésticos y automóviles que aguanten veinte años como mínimo, con tecnologías que permitan el cambio de motores para reducir el consumo. Tejidos de calidad, fabricados respetando el medio ambiente; vestidos confeccionados con hilaturas o tecnologías que garanticen su durabilidad. Hemos de combatir la obsolescencia programada y declarar a todo aquel que atente contra la naturaleza y el bienestar del ser humano, como loco y reeducarlo o reducir su capacidad de decisión al mínimo.
Actualmente el ser humano dispone la tecnología y los materiales para hacerlo posible, solo necesita decidirse y trabajar para hacerlo efectivo.
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Hablo con una dependienta que votó al de la coleta y que curiosamente está a favor de la monarquía. El portero del edificio, republicano hasta la médula, me dice que ha entrado en la web y ha votado, pero con cierto desconcierto, ya que no entendía muy bien las preguntas. Le explico que nos costó un poco prepararlas. Votar a un rey es actuar contra de la DUDH y es difícil decirle a un pirata que acepte una votación en la que una de las opciones atente contra algo tan sagrado. Una mujer ya entrada en años que espera el ascensor, se gira y me observa atónita. Ella también está a favor y no sabía que según la DUDH, nadie por su linaje puede estar por encima suyo.
Vuelvo a la tienda y me encuentro a una francesa comprando. Tiene una tienda en el Midi y dice que ahora comprar en España sale barato. Reconoce haber votado a Le Pen, charlamos de política y descubro que es menos de derechas que cualquiera de los peperos que conozco, incluso que de algunos socialistas; y, por supuesto, parece tan xenófoba como cualquier españolito de a pie, esos que hacen cola para ser visitados en el ambulatorio o para comprar el pan.
-Front National no es xenófobo, de hecho muchos de sus afiliados y votantes son antiguos magrebíes -me dice.
Y cuando me vuelvo para revisar la venta del día anterior, oigo que pretende pagar sin IVA.
Y me pregunto quiénes somos y lo que pretendemos.

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Solo hay un modo de salir de esta, trabajar menos horas y redistribuir la riqueza. El que pretende ir a la contra debería saber que su tiempo ha terminado, además a una velocidad inasumible incluso para los mejor preparados.
Reviso los últimos datos económicos, o macroeconómicos como gusta decir a algunos. Una vez más mis predicciones se han cumplido. En cuanto el estado afloja mínimamente la mano a través del ICO, las importaciones suben, el 8% en lo que va de año, y las exportaciones han caído más de un 5%.
El precio de la deuda ha bajado en el primer trimestre, sin embargo, ha sido adquirida en gran parte por la banca española con dinero del BCE. Los fondos de inversión extranjeros solo compran deuda española a cambio de grandes beneficios, tal como hicieron durante el cuarto trimestre. No obstante sorprende el hecho que el BCE y los alemanes hayan cambiado de política, justo después del auge de la izquierda y del neofascismo; que más curioso aún, coinciden en sus planteamientos económicos.
El sistema parece contento, sus datos de contable barato son positivos. El empleo ha subido, principalmente por la hostelería, sin embargo, el global de las cotizaciones de la seguridad social se ha mantenido. Es decir, que hay más gente trabajando, pero su producto unitario ha disminuido y el global es el mismo.

Incluso un contable malo sabe que los datos que expongo muestran la caída económica y que España todavía no ha tocado fondo, principalmente porque el tan manido fondo en economía no existe, y porque seguimos siendo gobernados por los mismos tontos.
Y mientras pasa todo esto, el expresidente del pelotazo y de los 800.000 puestos de trabajo, dice que votar a Podemos significa escoger ser bolivarianos en cambio de daneses, cuando el gobierno bolivariano está legislando como el danés, mientras el español lo hace igual que Carlos Andrés Perez, antiguo presidente de Venezuela, encarcelado por corrupción y, por cierto, amigo íntimo de Felipe González.
Y aún hay gilipollas que votan “socialista”.
Vivir para ver.


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miércoles, 11 de junio de 2014

POR LA REPÚBLICA

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Si quieres ayudarnos con una mesa, entra en esta web y sigue sus indicaciones:

REFERENDUM REAL YA

Rellena los datos sobre su ubicación para no coincidir con otra. Intenta ponerla en un lugar donde no moleste, un paseo por ejemplo, y alejada de un edificio gubernamental.

Para imprimir papeletas utiliza este enlace:

PAPELETAS

Imprímelas en blanco y negro y en una copistería, salen baratas.
El referéndum no es vinculante, de modo que nadie puede decirte nada. Si avisas a tu ayuntamiento estás en tu derecho.
Empodérate y defiéndelo.

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Somos Piratas, esos chicos malos que pelean por tu libertad a decidirlo todo; que sus programas son abiertos a la ciudadanía; que defienden, por encima de todo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ya sabemos que suena mal, pero es lo que hay. Después de todo somos tan piratas, como socialistas los del PSOE o populares los del PP. Además no estamos solos, también está DRY, el 15M y otros partidos políticos que también luchan por lo mismo, poder decidir lo que queremos ser.
No dejes pasar este momento, pocas veces alguien te dará esta oportunidad.
No lo dudes y aprovéchala.



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sábado, 10 de mayo de 2014

POWER AND DATA


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Nos creemos a salvo de los intereses de unos pocos o quizá de muchos, de grandes corporaciones que pretenden vender un servicio para la comunidad: la comunicación. El sistema promulga leyes para defendernos, principalmente nuestra privacidad, pero de inmediato aprueban otras, a veces solapadamente, para vulnerarla siempre que lo cree conveniente.
¿Conveniente para quién?
Nos dicen para la justicia, pero tras el 11S lo son para la seguridad, cuando en realidad no sirven para eso sino para controlar cualquier desviación social que se interponga en su camino.
¿El de quién? El de unos grupos que se creen con el poder suficiente para decidir lo que nos conviene, qué películas podemos ver, con quién y de qué podemos hablar.

Si usted se acerca a Alcalá de Henares podrá apreciar una mega construcción con altos muros de cemento armado, rodeado de vallas y alambradas, custodiada por agentes armados. No se preocupe, es una prisión de alta seguridad. Solo debe temerla si hace cualquier cosa que el poder político considera delito. Si por contra pasa por La Roca del Vallés, también podrá apreciar una construcción de parecido cuño y con la misma utilidad. Sus instalaciones interiores son más sencillas de lo que cabría esperar por su visión externa, allí la gente no vive tan mal, incluso es posible que mejor que muchos de los desahuciados que pueblan nuestras ciudades. En ellas podrá encontrar gimnasio, biblioteca, pistas deportivas, salas de televisión y confortables camas en espacios sin goteras. Y si por casualidad pasa cerca de un centro de internamiento para extranjeros, verá que las rejas son más altas y siempre están patrulladas por guardias armados con perros adiestrados. Allí, aunque sus presos no hayan delinquido, no encontrará una enfermería en condiciones, sala de televisión, biblioteca y un campo deportivo. En esos centros los derechos humanos no existen, nada ampara a sus hacinados prisioneros, ni siquiera lo más esencial, porque son anónimos y no existen para la sociedad.

Pero nada comparado con las edificaciones donde los gobiernos y las corporaciones guardan los datos de la ciudadanía. Si usted por casualidad tropieza con una megacontrucción blindada en pleno desierto de Utah, rodeada de altos muros de hormigón y soldados armados patrullando a su alrededor, no se confunda, no es una cárcel de alta seguridad ni un centro de internamiento para los inmigrantes que pretenden entrar en el país. Solo es la que construye la Agencia Nacional de Seguridad Americana, tristemente conocida por NSA, para almacenar, procesar y analizar los datos de todos los habitantes del globo. Allí todo lo que usted hace será almacenado y controlado; desde la conversación más íntima, hasta el pasaje de avión que ha comprado para viajar a Cuba; lo que usted escribe en sus ratos de ocio y envía a sus amigos o esa foto que mandó por Wassap a su hermana. Todo lo que adquiera con su tarjeta o dejando su DNI, desde un billete de Metro hasta la cuenta del restaurante donde comió con su querida. También, se supone, quedarán almacenadas las fotografías o vídeos que usted haya hecho o alguien haya colgado en la red. Su fotografía será analizada y procesada para extraer los parámetros de su cara, por si un día hay que cotejarlos y así dilucidar con quién se ha reunido, si sus amistades son las adecuadas. Y en el caso que usted tenga alguna inquietud política, que no entre en lo que el régimen considera aceptable, usted será vigilado y sus conversaciones grabadas, para, llegado el caso, redirigirlo hacia el buen camino.


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lunes, 28 de abril de 2014

APROVÉCHATE

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No siempre tienes la posibilidad que un partido político te tenga en cuenta al hacer su programa, no siempre...
Yo de ti aprovecharía la oportunidad.




domingo, 9 de marzo de 2014

UNA SOLUCIÓN ECONÓMICA

¿Qué prefieres, decidir el camino que vas a tomar o que lo decidan por ti?
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Para el Estado lo más sencillo es utilizar la vía impositiva, para equilibrar sus cuentas y regular el equilibrio económico entre la ciudadanía. Es decir, que si está en manos de la derecha, trata de favorecer a los más adinerados o los que poseen mayores rentas; y si está en manos de la ultraderecha, lo que trata es de favorecer a una pequeña minoría de grandes rentistas o industriales; y tanto una como otra hacen lo posible para añadir al festín a sus favoritos, sean alcaldes, senadores, congresistas y más gente de bien de su entorno. No hacerlo sería estúpido por su parte y hacerlo en demasía una imprudente necedad.
En el caso de gobernar la izquierda, pues nadie lo sabe, porque esa no lo ha hecho nunca, al menos desde que tengo uso de razón, y debo reconocer que con mi edad la tengo desde hace mucho. Según mi padre, que en paz descanse, ni siquiera él pudo ver el resultado de una política de izquierdas, más que nada por lo poco que duró, aunque sí que la vió en el sistema educativo, que según él, hombre de derechas de toda la vida, nunca había sido tan fructífero. -Los que consideran de izquierdas a los gobiernos mal llamados socialistas, solo deben analizar su diferencia con los de la vecina Francia, incluso con sus gobiernos de derechas, en sus proyectos de ley, el reparto impositivo o el sistema educativo. No hace falta ser inteligente ni avispado, cualquiera qua haya viajado al país vecino, con solo mantener los ojos bien abiertos le habrá sido suficiente-

El liberalismo no es en si malo, solo necesita un cierto control por el Estado, delicados toques para poner las cosas en su sitio de vez en cuando. El trabajador gana por lo que produce, el empresario por lo que invierte y acierta; y el Estado recauda una parte proporcional de todos ellos, para garantizar su funcionamiento y el bienestar de la ciudadanía en general. El problema deviene cuando el Estado pretende beneficiar más a un colectivo que a otro; y eso, aunque esos estúpidos americanos digan que es liberalismo, es todo lo contrario. Legislar para facilitar las cosas a un grupo de presión, es una estupidez que siempre termina mal, sino ahora más adelante. Da lo mismo que sea un sindicato o un trust metalúrgico, una región o un gremio. El liberalismo bien llevado lo equilibra todo, incluso el índice de natalidad.

Ahora mismo, en plena vorágine política, cuando debemos diseñar nuestro programa, me preocupa cómo puedo plantear una solución a nuestra crisis y qué se puede hacer para llevarla a cabo.

Lo más sencillo es lo que hablábamos al principio: aumentar los impuestos, sobre todo a los que más tienen, ya que el Estado, a través de sus sucesivos gobiernos, se han dedicado a desplumar a los trabajadores y a los pequeños empresarios, sin apenas tocar el capital de los grandes o, en todo caso, facilitárselo. Pero, ¿es esta la solución a nuestra crisis? No, ni de lejos. Eso solo solucionaría el desequilibrio, pero no el fondo.
El reequilibrio y la salida de la crisis pasa necesariamente por el aumento del poder adquisitivo de la clase trabajadora y de los pequeños empresarios, nunca por gravar en exceso a una clase más que a otra; por tanto lo que debemos hacer es que ganen más dinero, o sea subir los salarios de los trabajadores y los beneficios de las pequeñas empresas. Para eso debemos corregir el margen de beneficios de las grandes, pero sin necesidad que sea visto como un castigo sino por la propia naturaleza del mercado. Lo primero, por supuesto, pasa por simplificar el sistema impositivo y reducir el tipo de exenciones y ayudas, hacerlas administrativamente asequibles a todo tipo de empresas, desde la más grande a la más pequeña. Lo segundo es eliminar las ayudas a las grandes empresas solo por serlo. Da lo mismo que el sindicato grite a favor suyo, en aras a facilitar una gran inversión. El Estado debe ser igual para todos y en cuanto una empresa intenta chantajearlo, ha de ser consciente que será fuertemente penalizada en el territorio.
¿Pero cómo conseguir aumentar el salario de los trabajadores y el beneficio de los pequeños empresarios sin afectar la competitividad de las empresas?
Está claro que debemos salir de la disciplina del Euro o, al menos, crear una nueva moneda paralela a él, tal como contaba hace tiempo. ¿Pero será eso suficiente? No, seguro que no, por eso necesito consejo.

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jueves, 27 de febrero de 2014

PURA ECONOMÍA






Para desarrollar una política económica igualitaria, en que la inmensa mayoría disponga de los recursos mínimos para vivir dignamente, primero deberíamos determinar en qué consisten esos recursos: televisión, internet, ordenador, teléfono, un utilitario, un hogar en condiciones, alimento y medios para disfrutar un mínimo de ocio o una vida social sana. Además tendríamos que añadir los servicios públicos necesarios, para desarrollar nuestras capacidades sin ningún contratiempo: educación, sanidad, transporte, pensiones, electricidad, gas y agua; incluso el coste de nuestro futuro sepelio.
La economía de un país es muy parecida a la de una empresa, primero hay que plantear un presupuesto y estudiar cómo y hasta qué punto se le puede hacer frente; y nuestra sociedad, para cubrir sus necesidades se nutre exclusivamente de los impuestos y del crecimiento.
Cada día queremos vivir mejor, que nuestro coche sea más confortable y seguro que el anterior, un ordenador más complejo y potente, aumentar nuestra esperanza de vida y la calidad de nuestra enseñanza. Para conseguirlo necesitamos crecer y endeudarnos o crear inflación, que es buena en tanto promueve el crecimiento. Pero lo más importante es sin duda el sistema impositivo.
Los impuestos provienen del beneficio adquirido por el trabajo y el comercio de la sociedad, y para que el sistema funcione deben ser justos e igualitarios en proporción a esos beneficios. Cada grupo o clase social debe participar en su justa proporción, de manera que nadie se sienta estafado. Es tan importante que el proletario pague por los réditos de su trabajo, como el empresario por el beneficio obtenido. Es indispensable que ninguno de los dos se crea perjudicado, ya que automáticamente perdería interés por crear más riqueza. Además, si hacemos que un grupo social pague más que otro, estamos menguando su poder económico en proporción al resto, de modo que terminará empobreciéndose hasta no poder pagar. Eso es lo que ahora mismo está sucediendo en nuestro país, por cierto en una intensidad y rapidez desconocidas hasta el momento, en relación a la historia económica moderna.
No pretendemos caer en la trampa de hablar en exceso de porcentajes y coeficientes, tampoco hace falta. El Estado español recauda poco, relativamente poco. Si analizamos de dónde provienen los ingresos del Estado central descubrimos que el 43% se extrae de las rentas, o sea de los impuestos directos sobre las personas, y que el 85% de lo recaudado es por el trabajo. Es decir, el 36% de los impuestos provienen directamente de los salarios, mientras las empresas aportan el 13% y el IVA el 22%. El resto de los tributos son para el mantenimiento autonómico y local. Los asalariados además no tienen ninguna escapatoria, sus entradas están controladas por el fisco a través de los bancos, mientras las empresas pueden permitirse distraer o defraudar parte de sus beneficios, ya que no existe ningún control especial que lo impida. Por otro lado las empresas disponen de un montón de artificios fiscales, hechos a propósito por cierto, que les permiten desviar fondos o desgravar parte de sus beneficios, tan complicados que solo las más grandes con potentes asesorías pueden permitírselo.
Partiendo de la base de la equidad, en España teóricamente paga el que más gana o tiene; sin embargo, si estudiamos el sistema impositivo español descubriremos que tributa más el trabajo que las rentas. Por ejemplo, el máximo gravamen sobre el beneficio obtenido por el ahorro, inversiones o edificaciones es de 27%, mientras el del trabajo puede llegar al 52%.
Antes del estallido de la burbuja, era más sencillo y barato conseguir un crédito hipotecario que uno para el desarrollo de una empresa. A eso hay que añadirle las ventajas fiscales a las que pueden acogerse los compradores de edificios o contratantes de pensiones. Las estadísticas tributarias muestran que a mayor renta, más grande es la desgravación que se consigue. Se calcula que esa diferencia provoca cerca de 40.000 millones anuales de pérdida al Estado.
También podemos hablar de las SICAV, principalmente dedicadas a la gran inversión inmobiliaria, que solo tributan el 1% de su inversión convirtiéndose en un insulto y una burla al resto de los contribuyentes. Creer que esas grandes fortunas, curiosamente en manos de los más patrioteros, huirían del país es una falacia. Existen maneras de evitarlo, algunas, ciertamente, bastante agresivas económicamente para el presunto patriota. Dichas fortunas tienen además la tendencia de invertir sus beneficios en otros lugares, como latifundios en Argentina o Brasil, o directamente en forma de capital en Luxemburgo o las islas del canal.
Si además comparamos las deducciones y el gravamen de las grandes empresas con las PYMES, nos encontramos que las primeras, gracias a su ingeniería de inversión y los tipos de gravamen, no pagan más del 13% de sus beneficios, mientras las segundas el 30%. Dicho esto podemos asegurar que, a grandes rasgos, el 20% de la población acapara el 80% del capital y paga el 15% de lo que se recauda.
Pero, como antes decía, eso todo el mundo lo sabe, al menos el que se interesa y prefiere indagar antes que preguntar. Y no hace falta ser muy listo para entenderlo, el mismo Estado nos lo recuerda constantemente cuando publica sus cifras.
Por supuesto, eso es el resultado de un pacto entre caballeros y discutido, en gran parte en el parlamento, por los delegados que han elegido para representarlos.
Personalmente lo que más me sorprende y hasta divierte, es ver cómo unas personas capaces de revisar la cuenta del restaurante, en una salida dominical con la familia, y discutir con el camarero el precio de una botella de vino o de un servicio que no utiliza, aceptan, a través de ese pacto entre caballeros, que le birlen unos cuantos miles de euros al año, y que lo celebren cada cuatro años, cuando sus birladores les muestran un pedazo de tela tintado en la China, símbolo de un imperio crepuscular y conseguido a costa de sangre, ruina, guerras y desgracias.
Algo debe pasar, me pregunto, para que una mayoría no solo lo consienta sino que se regocije por ello. Lo natural es que el 4 o el 5% de la población haya elegido este camino, básicamente por salir directamente beneficiada: grandes empresarios, terratenientes y sus familias. Luego podemos añadir otro 10% por simpatía o clientelismo, dígase alto funcionariado, enchufismo, policía política. Tirando alto podríamos llegar al 16 o 17%, pero nunca al 35 o 40%, que es lo que sucede, más otro 30 0 35% que no le importa.
¿A qué puede deberse semejante aberración?
¿A la estupidez, quizá?
Es evidente que la incultura tiene algo que ver, pero no siempre. Eso podemos apreciarlo a medida que geográficamente nos alejamos del analfabetismo funcional, pero no nos llevemos a engaño, todos conocemos multitud de gente culta, que en el momento de elegir confía más en los que le roban, antes que informarse de otros.
Entonces, ¿qué le pasa por la cabeza a esa gente para elegir al peor aun sabiéndolo?
Confieso que no lo sé. Quizá un psicoterapeuta podría explicarlo. Tal vez proceda de un complejo de inferioridad, de falta de autoestima. Los psicólogos tienden a achacar todos los males que aquejan al ser humano a cosas parecidas. La necesidad de un líder quizá tenga mucho que ver en eso.

Nadie puede esperar que un partido de derechas mantenga una política popular o socialmente avanzada. Solo un deficiente podría esperar algo así, y lo cierto es que no hay tantos, de modo que el voto a la actual derecha española solo puede achacarse a que una mayoría del país espera enriquecerse a través de ella. Definitivamente debemos entender que una mayoría del país es muy de derechas, por mucho que se defina indiferente, de izquierdas o de centroizquierda. Y que aspira a llegar al bienestar a través de pocos impuestos, de la explotación de su clase social, del paulatino desmantelamiento de la economía social y de la privatización de los servicios públicos.

En una crisis como la actual, en que el país debe rebajar sus expectativas, lo queramos o no se crea una confrontación de clases. Todas pretenden llevarse la parte del poco pastel que queda, visceralmente en nuestro particular caso, sin pensar que asfixiar al contrario conlleva la ruina de todos, permanente además.
Para hacer frente una crisis con una mínima esperanza de éxito, solo cabe la cooperación, tras analizar cómo se ha llegado a esa situación y eliminar o corregir sus causantes. En nuestro caso da lo mismo lo que piense la gente, pierde todo el mundo. El que menos con la devaluación de sus activos y de las rentas que producen. El que más con el paro o un trabajo pobremente remunerado. Y no solo es eso sino que tanto uno como otro creen que el culpable es el otro.
La mentalidad de la derecha española está anclada en el siglo XVII, no puede asumir que un trabajador pueda marchar de vacaciones con tanta facilidad, además a Bangkok. No concibe que pueda comprarse un BMW y construirse una casita en la playa. No puede y con razón. El problema es que ha sido él quien, con su ansia de especular, lo ha provocado. Como igual de ilógico es que una clase alta haya atesorado tanta fortuna.
Y no tiene sentido que un tendero pueda mandar a sus dos hijos a una Universidad americana, les compre un coche a cada uno, se construya una mansión en la montaña y pueda permitirse un viaje de lujo cada año. Con su productividad no es lógico y solo tiene una posible explicación: no participa de los gastos de la comunidad, del asfalto de su calle, del alumbrado, del transporte público, de la sanidad, ni siquiera de la educación. Ahora, este mismo tendero no puede hacer frente a los gastos, sus proveedores no cobran a tiempo, necesita crédito y ya no puede pagar al contado, de modo que ya no lo hace sin IVA. Los gastos se lo comen y su margen ha caído, cerca de su comercio una cadena ha montado una gran tienda y, perplejo, ve como la clientela ha dejado de entrar en la suya, aunque su producto siga siendo competitivo y de mejor calidad. La gente, dice, no es solidaria, se mueve por modas, es visceral. No recuerda aquel tiempo en que apenas pagaba impuestos, mientras se quejaba de esos funcionarios que no trabajan, prepotentes y déspotas.
Muchos me preguntan qué hay que hacer para salir de la crisis.
¿Qué crisis? Pregunto
¿Qué es crisis para ti?
¿No poder vivir como antes? ¿No encontrar trabajo? ¿Ganar menos de lo necesario trabajando ocho horas al día?
Dependiendo lo que respondas podré darte una respuesta, porque, es cierto, la hay; el problema es que quizá no sea de tu agrado.

El gran capital, el más grande, puede migrar a sitios donde renta más, países en crecimiento y con capacidad para especular. El mediano, al que todos creemos muy grande, apenas puede moverse de su territorio. Quizá adquiera tierra puntualmente en algún país a su medida, una casa o una delegación de su negocio. El pequeño no puede, es la clase media y, por muy libre que se sienta, vive preso en su territorio defendiendo como puede su renta. Y es que en realidad ya no puede considerarse clase media sino baja. Lucha por mantener su estatus, pero no contra el capital mediano o el más elevado sino contra la que considera clase baja, simplemente porque es parte de ella. Compite por su salario y discute los impuestos, pretende quedarse una parte y cuando no puede se queja amargamente de los inmigrantes, esos que instalan negocios, según él a costa de sus impuestos. Lo hace porque ha descubierto que sus ganancias son iguales o inferiores a las de un simple asalariado, cuando es el que más arriesga.
Un tendero apenas puede aspirar a un salario digno, solo con una cadena de tiendas podría y con millones invertidos; sin embargo, cree que si supiera invertir en bolsa ganaría mucho más. Pero ese es un negocio acotado a esos que el vota, que con sus corruptelas lo arruinan y manipulan.
La clase media, sin embargo, sabe que su enemigo no es el que combate sino el de más arriba. Lo único que le frena es el miedo, no se atreve a enfrentarlo porque lo sabe poderoso. Y tampoco cuenta que esa clase de mediano capital ha perdido gran parte de sus ganancias. Para mantenerlas debe corromper y arriesgar más que antes. Su hacienda ha perdido valor, sus empresas ya no ganan tanto y su cartera bursátil ha caído a la mitad. Ha tenido que bajar el precio de sus productos, mientras las materias primas que emplea han subido. Los mercados emergentes crecen y necesitan más, pero no su producto terminado, más caro y de calidad parecida. Y, perplejo, lee en esos periódicos que se autodenominan progresistas, que los de su clase cada día ganan más dinero. Y se pregunta cómo es posible si no conoce nadie tan afortunado. No se ha parado a pensar que ya no es clase muy alta sino que ha bajado un peldaño. Ahora se ha convertido en media, aunque siga con las ínfulas de la alta. No le queda tiempo de jugar a tenis por las tardes ni al golf. La ansiedad que le provoca la lucha diaria, con abogados, gestores, sindicatos y bancos, no le deja respirar.
¿Qué solución cabe?

Entre los que defienden el liberalismo existe una tendencia qua aboga por la desaparición del Estado, al menos en su vertiente económica y social. Eso, como la historia se ha cansado de demostrar, es imposible, la misma naturaleza humana lo impide porque es hormiguero, o sea Estado.
La sociedad debe entender que hay una cantidad de obligaciones o servicios que no puede obviar por su misma naturaleza y, por tal, tampoco puede entregar a la propiedad privada.
El hecho de vivir en un hormiguero hace que algunos servicios sean de obligado cumplimiento. A nadie le gusta ver morir a su vecino por falta de ayuda, que no pueda encontrar trabajo por no disponer de transporte público, quedarse sin electricidad, gas, teléfono…
Ninguno de esos servicios vitales puede estar en manos de un solo grupo de individuos. El sentido común dice que lo de interés de todos no puede ser ni depender de unos pocos, sino que ha de ser de todos y gestionado por todos. Lo innecesario, que solo afecta al confort y al lujo, o al interés general pero sin extrema necesidad, debe dejarse en manos de los individuos que lo idean y producen.
Un tren necesita creatividad y habilidad, la competitividad para crearlo y producirlo es vital para su mejor desarrollo o, incluso para la adaptación a un territorio determinado; sin embargo, el servicio que ofrece es absolutamente público y se ha convertido en una necesidad, por tanto los caminos por donde va y la gestión de su servicio son de la sociedad. Un avión es el producto de la creatividad y de la industria, pero el aire es de todos y los lugares en los que debe aterrizar. Un aparato de resonancia magnética es el producto de una idea y de una empresa, sin embargo, su utilidad es social y debe ser de la sociedad.


La pregunta que ahora mismo algunos nos hacemos es, ¿cuáles son los servicios mínimos que el Estado debe asegurar? y ¿cómo y a quién debe garantizarlos?
Aclarado que los imposibilitados por el infortunio tendrán su vida cubierta, ¿qué hacemos con los que no desean aportar nada a la sociedad? ¿Con el que no llega a la preparación mínima necesaria? ¿Hasta qué punto debe el Estado garantizar un trabajo a quien lo busca para sobrevivir?
Todo eso es lo que nos debemos preguntar y responder y, en caso que decidamos cubrir las necesidades de todo el mundo, cómo hacerlo a costa del trabajo del inteligente y del productivo, sin que esos se sientan estafados y sigan dando lo mejor de sí mismos.