miércoles, 9 de octubre de 2013

DE ESPAÑOLITOS Y CATALANITOS



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Dicen que el Economista Observador es el que más ha acertado en sus pronósticos esos últimos años. Si no fuera porque sé de su valía y de su honestidad, lo primero que me vendría a la cabeza son dos palabras: intoxicación y negacionismo.
El buen José Carlos Díez, hasta hace poco, seguro que menos de un año, ha sido un optimista empedernido que veía recuperación donde solo había descalabro.
Lamentablemente la economía española está completamente perdida, ya no tiene salvación. Somos muchos los que en su momento predijimos como terminaría, incluso ofrecimos soluciones, aun sabiendo que nadie las pondría en práctica. España está hundida y es bueno saberlo y decirlo, porque al menos no habrá desengaño. Ahora ya nadie puede salvarla, ni siquiera el mejor gobierno que pudiera encontrarse; y nadie puede echarle la culpa a la situación internacional y aún menos al gobierno alemán. La responsabilidad de que España se haya convertido en el hazmerreir del mundo y en la vergüenza de Europa solo tiene un nombre: el españolito.

Para que un país funcione se necesita una ciudadanía culta, participativa y valiente. En caso de ser así, el país estaría bien gobernado, ya que en una democracia el gobernante es el espejo del gobernado. La clase empresarial sería de calidad y la trabajadora exigente con ella y consigo misma.
Actualmente España está gobernada por los dirigentes más estúpidos y menos preparados, no solo del primer mundo sino del segundo y parte del tercero. La clase empresarial española es la menos preparada de Europa e incluso del segundo mundo, es la que tiene menos nivel de estudios y comprensión de idiomas; sin embargo, la clase trabajadora española demuestra ser capaz de producir más y mejor en cualquier otro país europeo. Se da el caso que los trabajadores de muchas empresas españolas, tienen más nivel de estudios que sus empresarios y gerentes.

Mi predicción es que estamos abocados a una tercera recesión, esta vez más larga que las anteriores, que nos llevará a un puesto bajo entre los países del segundo mundo.
La situación en Catalunya podría ser sensiblemente diferente, en caso que su ciudadanía consiguiera desembarazarse de su clase política, sea por las buenas o por las malas; eso sí, separada por completo del resto de la nación. Catalunya no tiene ningún futuro económico dentro de España.

No hay semana que no aflore una nueva corruptela en Catalunya,
según la UE la región más corrupta de la península. Un pequeño ejemplo lo tienen ahí: la Corporació sanitària Parc Taulí de Sabadell, pretende comprar 180 pantallas táctiles para colocar en las habitaciones de los pacientes por 240.000 €.
No hace falta ser muy listo para darse cuenta, con solo dividir y tener un mínimo conocimiento de precios en el
mercado es suficiente. En unos meses, tal como nos tiene acostumbrados la administración, se publicará el contrato, con el suficiente atraso, a la empresa que se lleva la mayoría.
La Corporació sanitària Parc Taulí de Sabadell está gestionado por una fundación dependiente de la Generalitat, que no ha parado de recortar gastos, prestaciones y salarios, aparte de privatizar hospitales enteros.
El catalanito nunca se hartará que le tomen el pelo, que lo estafen y le roben en su propio morro. Su gobierno ha descubierto que incluso puede ser trasparente en eso, publica la estafa y luego se ríe. El catalanito es tan ridículo que incluso baja la cabeza cuando el conseller, con toda la desfachatez, confiesa que su delito ha prescrito. El gobernante catalán sabe que en su momento solo tiene que salir al balcón enarbolando su bandera, la misma de la prole que le sigue enfebrecida; que en caso de apuro ha de dejarse ver en el palco del Barça, aplaudiendo a sus jugadores millonarios y abrazando al que Hacienda pilló estafando. Con eso es suficiente para que el catalanito le perdone que sea integrante de una banda mafiosa. Solo por enarbolar la bandera puede arruinar a cientos de miles de familias, degradar la educación de sus hijos, de que paguen el agua a un precio desorbitado, de vender los hospitales a sus amigos, después de hacerles pagar la gasolina más que a cualquiera con la excusa de financiarlos. Al catalanito todo eso le da lo mismo, mientras su político sea del barça, enarbole la bandera de vez en cuando y proclame lo mal que se le trata.

Pero el catalanito ni mucho menos es excepción. En el resto del país pasa lo mismo o quizá peor. Allí les da lo mismo que roben, que estafen o incluso que asesinen iraquíes. Al castellanito lo que realmente le importa es el catecismo, los toros y que su político ladre e insulte a todo lo que huela a Catalunya. Los sondeos lo confirman.

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