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(Este artículo, al igual que los últimos de este blog, está extraído de la web de Pirates de l'H)
No son pocos los conocidos y amigos, que con motivo de las
manifestaciones y de la huelga feminista confiesan no entender la queja,
puesto que según ellos no existe, en ninguna empresa que conocen,
agravio salarial. Según ellos las mujeres disfrutan, por el mismo puesto
y carga laboral, el mismo salario que el hombre.
Por supuesto, nuestros amigos no se habrán preocupado demasiado por
averiguar la verdad, deben haberse circunscrito a algunas empresas que
pagan el salario más bajo permitido, de modo que en este caso es
relativamente fácil no encontrar diferencia, excepto en algunos detalles
difíciles de explicar si no es por prejuicios claramente machistas.
Obviamente una empresa no puede hacer diferenciación salarial entre
hombre y mujer, principalmente si es por el mismo puesto de trabajo, a
nosotros nos costaría bastante encontrar una empresa así; no obstante,
nos llega información de algunas empresas que sí hacen distinción. Este
tipo de empresa no tiene por qué ser familiar o pequeña, tal como sucede
en el medio rural, donde encontramos el mayor desnivel de salarios; lo
podemos encontrar en las grandes empresas, algunas de ellas muy
conocidas en el ámbito de la gran superficie y en la misma
administración pública. Este modelo de empresa valora más el trabajo
masculino que el femenino, sin que nadie nos haya podido dar una
explicación razonable del por qué, ni siquiera algunos de sus directivos
contactados por representantes de nuestro partido.
Muchos estudiosos y las empresas en algún caso, excusan la diferencia
salarial con las horas de trabajo. Según ellos la mujer, posiblemente
por sus necesidades familiares, no puede trabajar tantas horas como el
hombre, por lo cual se resiente el global de su salario. Estas tareas
del hogar son los llamados Cuidados, uno de los pilares de la huelga
general feminista del pasado 8 de marzo. Los Cuidados engloban las
tareas de limpieza del hogar, cocina, cuidado y atención de menores y
mayores a cargo. Los Cuidados, fundamentales para el sostenimiento de la
sociedad, no son considerados trabajo y no están remunerados, por lo
tanto se estigmatizan como de poca importancia y no se les tiene en
cuenta. La filósofa italiana Silvia Federici explica en su libro “Revolución en Punto Cero” la apropiación del trabajo doméstico y reproductivo, absolutamente necesario para desarrollar el productivo.
En relación a este tema FEDEA ha desarrollado un excelente trabajo
que muestra las diferencias salariales entre hombre y mujer por hora
trabajada y en puestos de similar o igual responsabilidad, en cada uno
de los estratos profesionales y de edad. Este trabajo es muy completo y
además está coordinado con otros similares realizados en el resto de
países de la Unión Europea.
Lo cierto es que según el último análisis de Geshta
(Sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda), mucho más
generalista y con datos del mismo ministerio, las mujeres asalariadas
del Estado español cobran de promedio el 29,1% menos que los hombres,
bastante menos si en este cálculo descontamos las que por su profesión
especializada cobran igual, siendo sus datos utilizados para valorar el
coeficiente.
La brecha es menor en el caso de los trabajadores más jóvenes, aunque en
este caso son más ellas que los hombres con un salario inferior a los
mil euros. En todos los trabajos realizados sobre este tema apreciamos
que la brecha se acentúa a medida que aumenta el salario. Este fenómeno
puede apreciarse muy bien en España, es decir, que en las comunidades
con mejores salarios la diferencia se acentúa; así como en los países
con un salario más elevado la brecha aumenta significativamente, pero
con variaciones producto de su idiosincrasia cultural, legislativa o de
reparto de riqueza.
Existen numerosos estudios y opiniones sobre el por qué de esta gran
diferencia. Para nosotros y desde una visión objetiva y exclusivamente
socio económica, esa diferencia radica no solo en los prejuicios de la
misma sociedad, incrustados desde hace innumerables siglos, sino también
en la maternidad, no como impedimento para desarrollarse
profesionalmente sino por la gran competitividad que últimamente nos
hemos impuesto como sociedad laboral. Santiago Niño-Becerra comenta en su blog,
que el Techo de Cristal que la mujer debe romper es la dependencia de
la maternidad; sin embargo, nos preguntamos de quién es en realidad este
Techo de Cristal, si de la sociedad en su totalidad o solo de la mujer.
El problema es el modelo de trabajo. No albergamos ninguna duda que
la mujer está igual de capacitada que el hombre, no existe ningún dato
que diga que las jóvenes salen de la ESO, del bachillerato o de la
Universidad, menos preparadas; en cualquier caso y según los datos del
ministerio, lo están más que los hombres, sin embargo, los puestos que
se les ofrece son de más bajo nivel.
Una gran multinacional contrata a sus directivos no solo en relación a
su preparación sino también a su disponibilidad. Un directivo que cobra
doscientos mil o medio millón de euros carece de horario, tanto puede
estar sentado en su mesa, analizando los últimos datos llegados de sus
fábricas, como a las pocas horas coger un avión hacia Karachi sin
conocer el día de vuelta. El director comercial de una gran empresa
nunca está seguro de la hora que llegará a su casa, ni siquiera si
dormirá en ella. Y tampoco se trata de excusar la brecha tras qué
priorizamos, si la relación y el bienestar familiar, u otro modelo de
bienestar social que ni es necesario ni tiene una razonable explicación
económica. Actualmente con las nuevas tecnologías de la comunicación y
un sistema más colaborativo en el trabajo, vivir pendiente de un avión
ya no es necesario. La crianza de los hijos o, de no tenerlos, la simple
relación afectiva con los más próximos, es tan necesaria para la mujer
como para el hombre.
Si bien la brecha salarial comienza en los primeros contratos, va
aumentando con el paso del tiempo acentuándose a partir de los 26 años,
precisamente cuando la mujer suele empezar a quedarse embarazada. El
hecho que ya en los primeros contratos exista una diferencia, puede
deberse a un reflejo condicionado por el futuro.
En el trabajo de FEDEA podemos apreciar cómo,
durante los años de crisis la brecha salarial se redujo, sin embargo, en
el actual trabajo desarrollado por Geshta se
aprecia una sensible subida en el 2016, seguramente producto por el
aumento de los contratos a tiempo completo. Entendemos pues, que la
brecha se redujo en esos años de crisis por los despidos masivos de
trabajadores a tiempo completo y el aumento de los contratos a tiempo
parcial. La mujer no solo es más proclive a adoptar por sus
condicionantes sociales y familiares el contrato parcial, sino también
tiene mayor dificultad en encontrar un trabajo a tiempo completo,
debiendo demostrar, para conseguirlo, mayores aptitudes y libertad
horaria que el hombre.
Apreciamos también una relación muy directa del desequilibrio salarial entre hombre y mujer con la demografía.
A principios de los ochenta la brecha salarial era muy grande, cuando
solo el 35% de las mujeres trabajaba; pero a medida que la mujer ha ido
entrando de manera masiva en el mercado de trabajo, la presión social
por equiparar los salarios y el reparto del cuidado de los niños, ha
hecho que vaya disminuyendo a la par con el descenso de nacimientos. En
esos últimos años la natalidad se ha estabilizado en cifras muy
reducidas, coincidiendo también con una disminución del 0,4% en la
brecha. El pequeño repunte de esta en una décima del pasado año,
coincidiendo con la cifra más baja de la natalidad de todos los tiempos,
podría ser debido a un pequeño aumento de los contratos a tiempo
completo, en detrimento a los de tiempo parcial.
No podemos obviar en este estudio, que el salario más frecuente en España según el INE es
de 16.500€ de media, unos 17.500€ para los hombres y 14.500 para las
mujeres, no ha experimentado ningún aumento en los últimos diez años.
Este desgraciado fenómeno de congelamiento del salario, al menos debería
haber servido para equiparar los salarios, sin embargo, no ha sido así,
por lo cual entendemos que el problema es sistémico.
La solución exige democratizar de manera absoluta la economía desde su
misma raíz, es decir el hogar y la familia, para llegar al mismo sistema
basado en la acumulación de la riqueza y cambiarlo.
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PORQUÉ RUSIA UTILIZA EL CÓDIGO MORSE
Hace 6 meses
No es fácil la solución, pero creo que hay un punto de arranque para que los partidos (que no los profesionales de la política), se pongan a dialogar.
ResponderEliminarNo hay tiempo para esperar.
Un saludo desde Barcelona.
Salut