domingo, 25 de septiembre de 2011

LA ESTAFA

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El viernes, mientras comía en el restaurante, salió un sabio en la tele para explicar lo que pasaba en eso tan sencillo como es la economía, -debe ser el número trescientos que habla del asunto solo en aquella cadena- y un compañero me preguntó si había entendido algo. Y es que el tipo, en su afán didáctico se había creído en la necesidad de explicarlo como si la ciudadanía de a pie fuera tonta; de tal que al final no lo entendieron ni los listos. Y, claro... le confesé que me había quedado tan en blanco como él.
-Este tipo, Luigi, nadie sabe lo que pretende explicar; aunque para el caso, creo que tampoco lo sabe él -le dije mientras le daba vueltas al tema en busca de algo con que desentrañar el berenjenal.
-Eso es como ir al mercado, ¿entiendes? Si en las pescaderías hay bonito de sobras el precio baja, en cambio, si hay poco sube. Antes el mundo era una fiesta, todos creían que había mucho dinero, los tipos andaban baratos y la banca prestaba con alegría. Entonces cualquiera era bueno y a un inmigrante con contrato ya le prestaban para comprar la casa, el coche, la alfombra del comedor y el viaje a su pueblo por agosto. Pero un día se levantaron por la mañana y descubrieron que todo era supuesto y nada concreto; que el dinero no estaba y solo eran promesas de pago en caso de seguir ganando.
-Pero esto que cuentas es una pirámide y está prohibido –me dijo alarmado.
-Pues eso –le respondí –pero montada por los políticos y rubricada por los banqueros.

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2 comentarios:

  1. El problema es que los políticos, en cuanto se les pregunta se van por la tangente; y los economistas lo complican para que nadie lo entienda.
    La absoluta realidad está en el final y el título.

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