De Andrew Butko, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=32721307
Ahora mismo, que
Europa está con el corazón en un puño
por lo que puede
acontecer entre
Rusia y Ucrania, que los analistas sobre geoestrategia hacen sus
cálculos y hablan de política coercitiva de Rusia, por lo cual y
tras haber mostrado hasta dónde está dispuesta a llegar, nadie, ni
ella misma, traspasará el umbral o subirá más allá de esa
escala.
Es
evidente que Rusia ha desplegado una enorme fuerza militar cerca o,
en algunos casos, a unos cientos de kilómetros de ella. Una fuerza
militar completa, que cubre todos los campos de tierra y aire, pero
además está trasladando otra gran fuerza desde el mar Caspio a
través de los ríos Don y Volga, con lanchas de desembarco y
modernas corbetas
con misiles de gran alcance y precisión. A todo esto hay que añadir
la movilización de reservistas y de la fuerza aérea estratégica,
es decir la nuclear, personal
especialmente preparado para la guerra electrónica y un sistema de
defensa aérea y de misiles, por si un chalado occidental
se le ocurre atacar Rusia.
Dicho esto,
lo que más sorprende de esos analistas es que no hayan pensado en el
coste económico y humano
de ese esfuerzo
militar y logístico. Nadie monta un órdago de esta magnitud solo
para jugar a la geoestrategia. Yo no lo haría, por supuesto. Y es
que los analistas no tienen en cuenta dos factores, el primero es el
fuerte nacionalismo que impera en Rusia, basado en el idioma y en las
raíces culturales. Los rusos consideran a los ucranianos como
hermanos, principalmente los que en Ucrania se consideran y son
rusos, y no perdonarían que su gobierno los abandonara. Los rusos
están dispuestos a cualquier sacrificio, antes de ver a quienes
consideran compatriotas, asaltados y reprimidos solo por serlo. El
segundo factor es que, al parecer,
ninguno de esos analistas ha hablado con la gente del Donbass.
El Euromaidan, un golpe de estado creado y apoyado desde la OTAN, tuvo su eje en Pravy Sektor, un partido neofascista de paramilitares, y Svoboda, un partido claramente neonazi, que tiene a Stepan Bandera como héroe, ni más ni menos un genocida de la Segunda Guerra Mundial. Tras el Euromaidan esos dos partidos promovieron la persecución de los ucranianos rusos, prohibieron la enseñanza de su idioma, cerraron los medios de comunicación que lo utilizaban y acto seguido se dedicaron a linchar a los ciudadanos que hablaban ruso en público.
Retrato de Stepán Bandera en el Ayuntamiento de Kiev
De spoilt.exile - Flickr: 14.01.2014, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=32031958
En el Donbass, habitado mayoritariamente por ucranianos rusos, se vivió una etapa de terror, con bandas de matones paseando por las calles a la caza de todo lo ruso. Como era de esperar las redes de comunicación facilitaron que los ciudadanos de estas regiones se organizaran y declararan la independencia. En Crimea las
bandas de matones no lo tuvieron tan fácil,
el ejército ruso estaba acantonado en ella y el ejército ucraniano
no tenía ningún interés en combatir y
abandonó los cuarteles. Los
políticos y ciudadanos de Crimea, tras un referéndum de
independencia se separaron de Ucrania; en
el Donbass, sin embargo, la situación era al revés y el ejército
ucraniano se dedicó a bombardear, aún lo hace, las ciudades
rebeldes, provocando miles
de muertos civiles, además de quemar vivos
a 48 civiles en la Casa de los Sindicados de Odessa, rematando
a los heridos rompiéndoles el cráneo
al grito de
“Gloria a Ucrania”. ¿Y
por qué utilizaron el bombardeo?
simplemente porque muchas de las tropas que
enviaron cambiaron de bando con su armamento y sus blindados.
A todo esto hemos de recordar que no hace
mucho el presidente ucraniano aseguraba poseer misiles que llegaban a
Moscú, es decir, que amenazó
con bombardear la capital rusa.
Los
analistas analizan sin tener en cuenta esos factores, junto al del
principio, es decir el enorme esfuerzo que representa movilizar su
ejército, que obviamente no
solo es
para mostrar que no va de farol,
suficientes para que Rusia traspase el umbral del apoyo logístico y
militar e invada el territorio ucraniano. Para Rusia las condiciones
puestas sobre la mesa de la OTAN
no son
negociables, y,
lo que es peor, la OTAN
no las puede garantizar, y Rusia lo sabe.
La guerra es
inevitable a menos que Ucrania ceda mucho,
quizá demasiado, y todo porque a la
OTAN no
se le ocurrió nada mejor que utilizar
fascistas y neonazis para debilitar geoestratégicamente a
Rusia.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario