domingo, 18 de abril de 2010

DE SUBNORMALES

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El PP ni siquiera ha leído los puntos o artículos del Estatut que ha recurrido al tribunal constitucional. Todos ellos los aprobó en los estatutos valenciano y andaluz y es de suponer que entonces le importaban un pito y tampoco los leyó. Uno de los jueces contrario al texto, aprobó en su totalidad su hermano gemelo valenciano.
Los jueces andan loquitos con el asunto de la bandera, el escudo y el himno; sin embargo, no plantean el problema que representaría la puesta en marcha del inamovible sistema del reparto de los recursos.
Uno, que ya casi no lee los diarios, en cuanto lo hace piensa que estamos en un país de bobos, de los cuales la palma se la lleva la judicatura y la clase política.
Si aún somos país es por milagro y porque el españolito medio es estúpido de solemnidad, de eso no hay duda.
En cuanto salga el dictamen, no quedará otra opción que replantearse la continuidad de su foro, algo obvio por su pobre funcionalidad y su manifiesta ineptitud, declarar unilateralmente inválida su opinión y reconsiderar lo que significa España.
Después de un refrendo y su aprobación en el Congreso, es de ilusos creer que una ley de leyes debe volver a ser aprobada por un grupito de tipos, que dicen negociar su constitucionalidad. Parece ser que para ellos la verdad es negociable, que la ley que deben defender es como un kilo de naranjas.

Si había alguna duda sobre la constitucionalidad del Estatut, debería haber sido planteada en el tribunal antes de ser refrendado por la ciudadanía; lo contrario es de estúpidos y malnacidos. Está claro que el PP, junto una parte importante de la ciudadanía, considera a los catalanes y la convivencia entre comunidades como arma electoral; lo que deja claro que nos guste o no, solo quedan dos opciones: marchar o hacer caso omiso de lo que digan cuatro estúpidos y replantear nuestra relación con el resto de la nación.

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