sábado, 3 de octubre de 2009

LIBERTAD O BURLA

Peter Galbraith, número dos de la misión de la ONU en Afganistán, ha sido cesado. Se atrevió a confesar que el fraude electoral había sido tan grande, que se debía anular el resultado de mil colegios electorales y revisar el de cinco mil.
Parece ser que no comprendió o nadie le dijo que Karzai era el candidato de la OTAN, por tanto, el que debía ganar. Las elecciones afganas han sido un fraude orquestado por el que mantiene el poder en los lugares donde se podía votar, y ese no es otro que la OTAN; pensar lo contrario es tan ridículo como infantil.
Karzai no gobierna, solo cobra a través de opíparas comisiones generadas por la droga; es la voz de su amo, del que lo ha instalado en la poltrona.
Las elecciones afganas han sido condicionadas por los dos únicos poderes que corretean por allí: la OTAN y los talibanes. El resto, incluidos los señores de la guerra, la policía y el ejército afganos, son pura fanfarria; porque, qué harían esos sin el beneplácito y el armamento de la Alianza...
La supuestamente inteligente señora Carme Chacón debería saberlo, así como que nuestros soldados, esos que por una nada desdeñable paga defienden su patria y por un plus la defienden tan lejos de su casa, están allí para lo que están. Eso o no sabe hacer ni la O con un canuto. Y siguiendo esta lógica tan sencilla de entender, deberemos creer que la señora Carme Chacón y el gobierno del que es integrante, mantiene nuestros soldados en Afganistán exclusivamente para que todo siga igual.
¿Y si no es así, si verdaderamente nuestros soldados están para reconstruir el país y expulsar a los talibanes?
Entonces deberemos aceptar que la OTAN, con toda su parafernalia, su aviación, sus mísiles, sus soldados, que de tan armados parecen sacados de una película de ciencia ficción, no sirven para nada, no saben utilizar sus sofisticadas armas o no tienen idea de cómo se hace una guerra; porque cada vez que disparan, se cargan varios civiles y un presunto talibán. Y digo presunto porque nadie, ni ellos, sabe lo que realmente es.
Seamos sinceros señora Chacón. Usted está allí para mantener el estatus de Karzai, de los señores de la guerra, su onanismo, los campos de amapolas, la droga que llega a nuestro país, más con valija que otra cosa. Sincerémonos señora Chacón. Usted es cómplice de todo esto o mejor vuélvase a su casa a hacer calceta, y no precisamente por ser mujer.


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Un diez por ciento de la ciudadanía catalana está en contra de ser vigilada por vídeo, algo menos de los que no tienen idea de lo que es eso. Tres de cada cuatro catalanes está a favor de la vídeo-vigilancia en las calles.
No ha cambiado el porcentaje, seguro que es el mismo que debía haber durante la Transición dispuesto a luchar por la democracia, el resto se repartía entre la indiferencia y los que, aún a regañadientes, preferían lo establecido que la aventura; sobre todo si esta representaba desorden y una hipotética crisis, anunciados, cómo no, por el de “la calle es mía”.
Las series americanas enseñan a su país con una alta tasa de inseguridad, y también, que, gracias a miles de cámaras repartidas por la calle, aparcamientos, tiendas, etc. los delincuentes son rápidamente detenidos. Según el protagonista de turno, si no fuera por las cámaras los malos disfrutarían de impunidad.
La realidad es algo distinta. Antes, sin tanta cámara, los cacos también eran detenidos y procesados.
Las series tienen un cometido muy específico: hacer que el ciudadano sobreponga una supuesta seguridad a una libertad que ni ve clara ni sabe lo que es.


Una huelga de servicios públicos para reclamar dos días seguidos de asueto a la semana se convierte en, gracias a unos servicios mínimos, que de mínimos solo tienen la definición, en una útil tomadura de pelo.
Después, unos individuos, que nada tienen que ver con los huelguistas, asaltan unos cuantos autobuses, revientan las ruedas y rompen los cristales. Nadie los ha visto, habían entrado en la instalación con el rostro cubierto; y ¡OH! Casualidad, solo han sido filmados con una media en la cabeza. La policía científica no sabe ver aquello que las pelis tanto enseñan: que si una mano, un tatuaje, un anillo... no hay manera de saber quien entró.
La empresa acusa a los huelguistas de vandalismo, tienen los vídeos con los tipos de cara cubierta que lo atestiguan. La ciudadanía sufre y se solivianta por ello, aunque nadie le dice que es por la falta de previsión y el cuidadoso desorden con que han sido repartidas las horas de mínimos.
Los huelguistas pretenden manifestarse y para ello deben pedir la autorización por escrito. Se les da con un recorrido prefijado a un par de kilómetros de distancia, y a una hora convenida que no moleste a... ¿la ciudadanía? No, esa importa un comino. No les interesa que el ciudadano descubra que solo reclaman lo que todo hijo de vecino ya disfruta: los dos días de asueto seguidos.
Los huelguistas se cabrean y se manifiestan donde y cuando les place. Entonces sí, allí están, justo a tiempo, los Mossos, unos tipos disfrazados de madelmans con permiso de porra por haber aprobado un extraño examen, para reprimirlos salvajemente; y ¡OH! Casualidad, entonces no hay cámaras para filmar la brutalidad policial, cómo apaleaban a un transeúnte que pasaba por allá, a un ciudadano que socorría a un manifestante ensangrentado... Eso solo es grabado por el periodista canalla, ese que nadie tiene controlado.

Esa es la libertad estándar, la del video que tanto gusta a la gente mientras no le condicione en su momento.

2 comentarios:

  1. Sobre Afganistán, ¿qué voy a decir? Estamos ahí por quedar bien. Bueno, por no quedar mal.

    Lo de la videovigilancia ya me sobrepasa. Esta sociedad decadente nuestra se basa en el acojono masivo. Los buenos burgueses no lo serían si no tuvieran miedo de algo, aunque sea un algo indefinido. Me imagino que ya se las habrán ingeniado para fichar a ese 10 por ciento al que no le gusta ser videovigilado. Seguro que tienen algo que ocultar, si no, ¿por qué habría de importarles? ¿no?

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  2. Increíble... y eso que prometía la sra ministra.
    A mi es que cada día me estomaga más, no la política, sino los que de ella viven y chupan, mira que cuesta poco por lo que parece amorrarse al pilón, si no, no lo entiendo.
    Bona nit

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