lunes, 26 de septiembre de 2022
ITALIA, la historia de un desencuentro
lunes, 18 de abril de 2022
Un Réquiem para el Espíritu Crítico
No les voy a mentir, esas palabras no son mías sino de Marc Vidal, analista y economista, aparte de divulgador y un montón de cosas más.
En cualquier caso, como ustedes pueden imaginar, me dejaron tan impresionado que no puedo obviarlas.
"Lo primero que desaparece en una sociedad es el espíritu crítico y
la argumentación basada en pruebas confiables. Eso sucede porque
esas pruebas pueden reproducirse cuantas veces se nos ocurra y
siempre dan el mismo resultado. Sin espíritu crítico, el discurso
político de salvación convence cautiva, la víctima inicial siempre
es el conocimiento, al que con uno u otro argumento se le ajusticia
en el ágora de turno con asusaciones no solo falsas sino también
pérfidas. Le pasó a Sócrates y a Gutemberg, y pasa hoy.
Cuando
saber cosas está mal y lo que se valora es la estupidez y la
ignorancia, lo que viene después suele ser catastrófico."
(Marc
Vidal, economista, analista financiero)
Corren tiempos convulsos en que la estupidez se abre paso a golpe de
temores y complejos, apoyada por una poco inteligente propaganda
política e ideológica, tan poco inteligente que solo ha podido abrirse
paso gracias a una férrea censura de las ideas del oponente,
probablemente tan falto de razón y cargado de estulticia como nuestros maravillosos y "democráticos" líderes.
jueves, 9 de diciembre de 2021
Rusia y Ucrania, un conflicto quizá inevitable
De Andrew Butko, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=32721307
Ahora mismo, que
Europa está con el corazón en un puño
por lo que puede
acontecer entre
Rusia y Ucrania, que los analistas sobre geoestrategia hacen sus
cálculos y hablan de política coercitiva de Rusia, por lo cual y
tras haber mostrado hasta dónde está dispuesta a llegar, nadie, ni
ella misma, traspasará el umbral o subirá más allá de esa
escala.
Es
evidente que Rusia ha desplegado una enorme fuerza militar cerca o,
en algunos casos, a unos cientos de kilómetros de ella. Una fuerza
militar completa, que cubre todos los campos de tierra y aire, pero
además está trasladando otra gran fuerza desde el mar Caspio a
través de los ríos Don y Volga, con lanchas de desembarco y
modernas corbetas
con misiles de gran alcance y precisión. A todo esto hay que añadir
la movilización de reservistas y de la fuerza aérea estratégica,
es decir la nuclear, personal
especialmente preparado para la guerra electrónica y un sistema de
defensa aérea y de misiles, por si un chalado occidental
se le ocurre atacar Rusia.
Dicho esto,
lo que más sorprende de esos analistas es que no hayan pensado en el
coste económico y humano
de ese esfuerzo
militar y logístico. Nadie monta un órdago de esta magnitud solo
para jugar a la geoestrategia. Yo no lo haría, por supuesto. Y es
que los analistas no tienen en cuenta dos factores, el primero es el
fuerte nacionalismo que impera en Rusia, basado en el idioma y en las
raíces culturales. Los rusos consideran a los ucranianos como
hermanos, principalmente los que en Ucrania se consideran y son
rusos, y no perdonarían que su gobierno los abandonara. Los rusos
están dispuestos a cualquier sacrificio, antes de ver a quienes
consideran compatriotas, asaltados y reprimidos solo por serlo. El
segundo factor es que, al parecer,
ninguno de esos analistas ha hablado con la gente del Donbass.
El Euromaidan, un golpe de estado creado y apoyado desde la OTAN, tuvo su eje en Pravy Sektor, un partido neofascista de paramilitares, y Svoboda, un partido claramente neonazi, que tiene a Stepan Bandera como héroe, ni más ni menos un genocida de la Segunda Guerra Mundial. Tras el Euromaidan esos dos partidos promovieron la persecución de los ucranianos rusos, prohibieron la enseñanza de su idioma, cerraron los medios de comunicación que lo utilizaban y acto seguido se dedicaron a linchar a los ciudadanos que hablaban ruso en público.
Retrato de Stepán Bandera en el Ayuntamiento de Kiev
De spoilt.exile - Flickr: 14.01.2014, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=32031958
En el Donbass, habitado mayoritariamente por ucranianos rusos, se vivió una etapa de terror, con bandas de matones paseando por las calles a la caza de todo lo ruso. Como era de esperar las redes de comunicación facilitaron que los ciudadanos de estas regiones se organizaran y declararan la independencia. En Crimea las
bandas de matones no lo tuvieron tan fácil,
el ejército ruso estaba acantonado en ella y el ejército ucraniano
no tenía ningún interés en combatir y
abandonó los cuarteles. Los
políticos y ciudadanos de Crimea, tras un referéndum de
independencia se separaron de Ucrania; en
el Donbass, sin embargo, la situación era al revés y el ejército
ucraniano se dedicó a bombardear, aún lo hace, las ciudades
rebeldes, provocando miles
de muertos civiles, además de quemar vivos
a 48 civiles en la Casa de los Sindicados de Odessa, rematando
a los heridos rompiéndoles el cráneo
al grito de
“Gloria a Ucrania”. ¿Y
por qué utilizaron el bombardeo?
simplemente porque muchas de las tropas que
enviaron cambiaron de bando con su armamento y sus blindados.
A todo esto hemos de recordar que no hace
mucho el presidente ucraniano aseguraba poseer misiles que llegaban a
Moscú, es decir, que amenazó
con bombardear la capital rusa.
Los
analistas analizan sin tener en cuenta esos factores, junto al del
principio, es decir el enorme esfuerzo que representa movilizar su
ejército, que obviamente no
solo es
para mostrar que no va de farol,
suficientes para que Rusia traspase el umbral del apoyo logístico y
militar e invada el territorio ucraniano. Para Rusia las condiciones
puestas sobre la mesa de la OTAN
no son
negociables, y,
lo que es peor, la OTAN
no las puede garantizar, y Rusia lo sabe.
La guerra es
inevitable a menos que Ucrania ceda mucho,
quizá demasiado, y todo porque a la
OTAN no
se le ocurrió nada mejor que utilizar
fascistas y neonazis para debilitar geoestratégicamente a
Rusia.
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martes, 29 de junio de 2021
La inevitable desdolarización
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martes, 2 de marzo de 2021
REFLACIÓN
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En 1934 Irving Fisher inventó la palabra reflación para explicar
un modelo de inflación basado en el incremento de la masa monetaria
en circulación, sea directamente por la fabricación de dinero o
mediante agresivas reducciones de impuestos. Para Fisher el uso de la
reflación estaba condicionada para combatir periodos de recesión
económica. De hecho el artículo en el que creó el término,
Reflation and Stabilization,
estaba condicionado por la gran recesión de 1929 y la manera con que
fue combatida. No obstante, hemos de entender que Fisher, al menos a
mi modo de ver, fue más matemático que economista, por lo cual más
de un colega lo trata como economista matemático o científico; y no
olvidemos que para desarrollar
la ciencia económica las
formulaciones matemáticas son muy necesarias, pero solo
son una parte de ella.
Para
desgracia de los creadores del New Deal el resultado no fue el
esperado, aunque tampoco podemos achacarles su fracaso, ya que lo que
en los EEUU podríamos llamar derecha, forzó
que no se llevara a cabo de la manera que fue concebido. Por lo cual
nunca sabremos si el New Deal era acertado, ni siquiera si Keynes
tenía razón con su política
intervencionista, dado que por mucho caso que se le hiciera, los
gobiernos nunca terminaron de poner en práctica sus postulados.
La crisis del 29 terminó,
cómo no, tras el estallido de la segunda guerra. Antes, por
mucho New Deal que hubiera,
el paro
era el rey.
Contrariamente
a lo que pueda imaginarse, la reflación no es un invento de la
sociedad moderna, ya en
la antigua Roma los sucesivos gobiernos, o
mejor decir emperadores, la
practicaron dependiendo de la
necesidad.
En Roma el denario era,
podríamos decir, la moneda oficial
(la palabra dinero proviene de él), que en tiempos de la república
era de plata pura. El emperador Augusto, a falta de dinero, devaluó
la moneda aproximadamente un 5%, creando indirectamente lo que hoy
llamamos reflación, es decir
una inflación provocada artificialmente
por la emisión de dinero sin un soporte productivo.
Con los años el denario fue devaluándose progresiva y
lentamente hasta un 20%, pero Caracalla en solo un año lo devaluó
un 25%, básicamente para
construir sus termas y su palacio.
Un
siglo y medio antes de la caída del imperio,
la moneda se devaluó un
1000% y ya no servía para
nada, carecía de valor y la gente comerciaba intercambiando
productos o creando monedas locales. El imperio romano había
entrado de lleno en
la edad media y si no se hundió antes es porque los mal llamados
bárbaros carecían de aliciente, porque eran los únicos
que de él cobraban en
oro. Es decir, que habían descubierto el metal refugio.
De
la reflación dejó de hablarse durante bastante tiempo, aunque fue
utilizada profusamente por todos
los estados, con repetidas y sonadas bancarrotas.
La misma
dictadura franquista la utilizó periódicamente
y de manera inteligente,
con
cortos periodos de reajuste o enfriamiento económico.
En
el 2015 muchos economistas ya alertaron que podía producirse un
fenómeno inflacionario en los
EEUU y parte de Europa,
principalmente en España, producto de la gran liquidez inyectada en
el sistema, para
evitar el colapso creado por la burbuja de las subprime.
No fue así, no por falta de interés de los gobiernos, que siempre
creyeron que podrían controlarlo, sino porque la banca que
distribuía el dinero buscó la seguridad de los estados, muy
hambrientos de liquidez, o
del mercado inmobiliario creado por el saqueo de los desahucios,
y no de las pequeñas y medianas empresas. Solo
las grandes, por el riesgo que representaba su caída para la misma
banca, gozaron de crédito a destajo.
Y las líneas de crédito abiertas para el consumo directo no
funcionaron porque la ciudadanía, quizá escarmentada, decidió
unilateralmente consumir con prudencia, evitando hipotecar su futuro.
Los bajísimos tipos de
interés facilitaron que tanto familias, las que decidieron consumir,
como las empresas, se apalancaran financieramente. Es decir, echaron
mano del crédito antes que de
sus recursos, por lo cual el
exceso entró en el mercado pero no sirvió para aumentar su volumen
práctico.
Una
de las causas que algunos economistas han planteado es el
considerable aumento de la población consumista mundial, que en
principio ha absorbido mucha masa monetaria, tanto dólares como
euros. Personalmente soy de la opinión que sí ha existido
inflación, pero en un formato económico que no ha afectado a la
economía productiva sino a
la especulativa, aumentando el volumen de negocio.
Ahora
los economistas vuelven a alertar sobre el sobrecalentamiento
artificial de la economía, debido a la brutal inyección de capital
que, queramos o no, se añade al anterior. La caída de ingresos y de
productividad ha dejado tanto a
empresas como a
personas en una situación vulnerable o simplemente en quiebra. Sin
embargo, y para sorpresa de muchos
de los que estudian
la economía, esta fuerte inyección no ha provocado inflación, al
menos la desbocada que esperaban.
A duras penas se ha mantenido el consumo de las familias afectadas
por el parón. La disminución de la productividad ha afectado a un
modelo industrial y productivo muy limitado, que no incidía tanto en
las subidas de los índices de precio. Es
decir, el consumo de las materias esenciales ha disminuido levemente
y casi en proporción a su caída de producción, mientras que las no
esenciales ha caído en la misma medida que su producción.
Los asalariados y empresarios que por su trabajo no han sufrido las consecuencias del parón económico, que no son pocos. La banca, los servicios, el funcionariado y muchas empresas que han podido adaptarse a las circunstancias, por las mismas restricciones para evitar el contagio no han podido consumir como antes de la pandemia, por lo cual han optado por el ahorro. No obstante, en una sociedad como la nuestra, con una parte importante de la economía dedicada al ocio, el desequilibrio entre el parón económico y el ahorro ha sido superior que en otras sociedades europeas, con una economía más diversificada. En el centro de Europa, por ejemplo, posiblemente el ahorro haya sido superior al prejuicio ocasionado por el parón económico. A eso le hemos de añadir que parte del consumo de las sociedades centroeuropeas, iba destinado hacia el turismo en la latitud que lo permite, es decir la nuestra.
Crear,
por tanto, masa monetaria para cubrir
parte de
los salarios y la supervivencia básica de los pequeños y medianos
empresarios, que dependen de su trabajo,
no ha sido mala idea, de hecho es la única que cabía en esta
situación, siempre que haya servido para el
fin establecido.
El
consumo en un tiempo de gran recesión como el actual, ha de ir
parejo con la necesidad y
adaptarse o aprovechar la situación para cambiar de modelo económico
y de consumo.
No
obstante, podemos asegurar
que solo una pequeña parte
del
crédito emitido ha servido
para amortiguar la penuria de algunas empresas y particulares. La
mayoría se ha utilizado para
pagar la deuda de los estados, financiar el elevadísmo coste
sanitario de la misma pandemia y
capitalizar o sanear las grandes empresas, con más ingeniería
financiera que interés productivo.
En cualquier caso la emisión
de dinero termina convirtiéndose en deuda, sea dentro de la sociedad
emisora o en la que exporta bienes de consumo. Y recordemos que la
producción de bienes ha caído en Occidente,
en España donde
más, y ha crecido en China y Asia en general.
¿Qué
sucederá cuando la pandemia remita y las familias se abran al
consumo?
Muchas empresas han cerrado, mientras que otras han
adaptado su productividad al actual consumo. El negocio de las
empresas sanitarias, que han invertido ingentes sumas, posiblemente
se reducirá. Los países que
han sabido combatir con éxito la pandemia, es decir los asiáticos,
habrán aprendido la lección y cuidarán más el negocio interno que
el externo. Las grandes energéticas han dejado de invertir en la
industria del refinado, pero tampoco se han preparado para un aumento
del consumo en la energía ecológica. Y así podríamos seguir hasta
aburrir, con todos los bienes de consumo, desde los más grandes
hasta los más pequeños.
En pocas palabras, si las sociedades
no dan con el modo de retirar la masa monetaria sobrante, y no
reducen radicalmente el apalancamiento financiero de sus
sistemas especulativos,
nos podríamos
enfrentar
a una quiebra generalizada y una devaluación de una magnitud
parecida a la de los tiempos de Diocleciano, juntamente con el
aumento de la pobreza entre los más vulnerables, es decir los
pensionistas o las clases, que por sus circunstancias laborales o
físicas, dependen del Estado.
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viernes, 22 de enero de 2021
El Mundo que nos deja la Covid
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El mundo que dejará la Covid no será muy distinto del que, a medio
plazo para algunos y a corto para otros, estaba a punto de suceder.
Cabría la posibilidad de una gran conflagración mundial para
evitarlo, aún no sabemos si eso sucederá, esperemos que no por
supuesto, que para lo único que serviría es para crear muerte
y desesperación sin fin.
El sentido común nos dice claramente
que China será y por la Covid ya es, la primera potencia mundial, al
menos económica y tecnológica. Lo poco que le queda por cubrir en
este último aspecto, se lo puede ofrecer Rusia, a quien todos
hacen como si no existiera, pero que temen.
Uno de los grandes errores
geopolíticos de los países que se autodenominan occidentales, ha
sido acorralar a Rusia. No es prudente ni se puede acorralar a un
gigante que posee el 30% de los recursos mundiales y prácticamente
es autosuficiente, eso es un disparate que solo sirve para que el
gigante busque nuevos socios comerciales, que encima tiene cerca.
Europa no puede dar la espalda al gigante, no puede permitirse que
Rusia enfoque su desarrollo tecnológico hacia el temor, es decir
hacia la tecnología y la producción armamentística. Las sociedades
que comercian, producen bienes de consumo y riqueza, de la cual se
aprovecha no solo su población sino la del resto, piensa más en
negocio y bienestar que en defensa. El gigante ruso ha de vivir
seguro, al igual que el chino, sin temor a que otros lo acorralen o
pongan impedimentos al desarrollo de su comercio. Y el ruso, más
que nadie, ha de estar seguro que los ciudadanos que considera suyos,
aunque vivan, trabajen y fiscalicen en otras sociedades, sean
respetados. La sociedad rusa, por ejemplo, no podía permitir que a
los rusos del Donbass y de Crimea, que siempre ha considerado parte
de su ciudadanía, se les prohibiera expresarse, leer y escribir en su idioma, tampoco que
la base de Sebastopol cayera en manos de una alianza que a todas
luces estaba diseñada para arañarle poder, territorio y
ciudadanos.
Europa y el mundo en general harían bien en tratar
al gigante ruso con más respeto y, sobre todo, como a un socio
comercial de primer orden, creando las condiciones necesarias para
que deje de producir armamento y tecnología de defensa, y pase a
producir bienes de consumo.
Nuestro esfuerzo político ha de ir
dirigido a entendernos con las demás sociedades, con el máximo
pragmatismo posible, porque la experiencia y la revolución de la
comunicación nos está demostrando que ni esos países son tan
antidemocráticos y fascistas, como los nuestros tan democráticos y
antifascistas. De hecho existen demasiadas evidencias que demuestran
que en algunos casos, demasiados a veces, se respeta más la libertad individual y la
vida en estas sociedades que en las nuestras. La Covid nos lo está
demostrando cada día y sería un suicidio dar la espalda a esta
realidad.
No hace mucho alguien preguntó por las diferencias
entre China y Europa, del trato que se le ha dado a la pandemia.
Algunos, con un infantilismo rayando en la estupidez, lo achacan a
que es una dictadura.
¿Lo es Nueva Zelanda? ¿Japón?
No seamos infantiles, no es lo mismo ser autoritario que tener autoridad. No es lo mismo una sociedad donde prima el egoísmo individualista que una basada en el enjambre.
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domingo, 21 de junio de 2020
Nuestro próximo desafío económico
Dejemos de lado la caída del PIB, ya que como ustedes saben o al menos los que han seguido nuestros artículos, creemos que el PIB debería ser abandonado como referente de crecimiento o de la riqueza de una sociedad. No podemos valorar el nivel de riqueza de una sociedad a partir del precio del suelo, de la vivienda o de los carburantes. Evidentemente tampoco si esta sociedad ha construido decenas de aeropuertos o miles de kilómetros de ferrocarril de alta velocidad, si no hay aviones que aterricen en los primeros o pasajeros que viajen en los segundos. Tampoco es muy lógico que el PIB suba gracias a que el ayuntamiento de nuestra ciudad se dedique a talar árboles o cambiarlos por otros que parecen de juguete, o decida sorpresivamente gastar dinero en arreglar unas calles, que solo ha servido para dificultar el comercio. Eso último, que a usted tanto le perjudica, hace que aumente el PIB del país. Y si mañana su casero le dice que no va a renovarle el contrato porque con Airbnb le van a pagar 3.500€ al mes en cambio de los 900 que le paga usted, o nuestro ayuntamiento acepta que lo desahucien para construir un bloque de apartamentos para turistas en el barrio de Collblanc, pues también aumenta ese curioso indice de “crecimiento económico”. Exacto, el aumento del PIB tanto puede significar que usted vive mejor, igual que antes o mucho peor.
En principio todo parece indicar que las economías más afectadas serán las más desarrolladas, seguramente porque el parón económico puede ser más intenso por la caída de producción de bienes de consumo, mientras que la economía de las menos desarrolladas es más de supervivencia. En Asia la pandemia ha afectado gravemente la economía, pero al ser mejor su respuesta contra ella no ha causado tanto daño.
Si tomáramos la actual caída del PIB como referencia, nos podemos hacer una idea de la dimensión del problema, un 5,2% de caída trimestral por aproximadamente 19 días de confinamiento nos da una idea de la caída que puede provocar un mes de confinamiento, otro a medias y otro al 30%. Predecir una cifra no es realista porque nadie sabe lo que va a suceder. Podríamos pensar que este año podría terminar con una recesión de entre el 8 y el 10%, el 9,2 según la ministra Calviño; sin embargo, no sabemos cómo reaccionará el consumo, carecemos de los datos imprescindibles para ello; tampoco si habrá o no un rebrote, y si este será más o menos virulento; si la inmunización se mantendrá para las nuevas cepas, a quien atacará, si a los más jóvenes, a los de mediana edad o volverá a cebarse en los mayores de 70. No sabemos si la vacuna llegará a tiempo ni si tendrá efectividad frente posibles mutaciones, tampoco si la medicina, algo muy previsible, dará a corto plazo con un remedio eficaz. Pero lo que nadie puede tener en cuenta es la reacción de las distintas sociedades, si habrá una nueva irrupción de regímenes fascistas en potencias con armamento nuclear, y si esos buscarán culpables externos, que es lo que suele suceder cuando sus recetas económicas fracasan, estallando una nueva conflagración global.
Al contrario de lo que se dice y para desgracia de los países nórdicos que han demonizado al sur más afectado, a la UE no le queda otra que organizar una política de ayudas fuertemente expansiva. Y también al contrario de lo que suele, el gobierno español ha actuado contundentemente y con relativa diligencia y eficacia para amortiguar los primeros embates de la crisis. Algunas empresas podrán disponer de liquidez, no regalada ni suficiente, para soportar el golpe. Y para los trabajadores, aunque también ajustadamente y sin demasiado control, el Estado ha dispuesto una serie de medidas para que puedan seguir cumpliendo con los pagos y cubran las necesidades más importantes. Eso no significa que buena parte de las empresas no cumplan los requisitos para acceder a las ayudas y créditos, aunque los necesiten tanto o más que los equipos de fútbol y las multinacionales amigas del sistema. Además cada sociedad tendrá que adecuar las políticas de recuperación a sus necesidades y características, porque el dinero de la UE, además de ser insuficiente llegará con unos condicionantes que dejarán de lado a una parte de la sociedad.
Afortunadamente en España la industria y la producción de bienes está muy diversificada. Sorprendería a nuestros lectores conocer la cantidad de productos que España produce y vende al extranjero, pero también la dependencia tecnológica y de patentes de nuestros productores, así como el poco valor añadido de sus productos. Plásticos, productos químicos, petroquímicos y farmacéuticos, industria secundaria del automóvil, productos textiles, agrícolas y cárnicos, herramientas y maquinaria industrial, material eléctrico y de construcción, automóvil.
Del turismo se nutren muchas otras empresas, desde el comercio más básico hasta la industria del mantenimiento industrial más complejo, pasando por el de servicios. Cada visitante aporta miles de euros, no solo a cambio de un hospedaje ajeno o segunda vivienda sino también en alimentación, farmacia, mantenimiento, transporte, ocio, etc. Nadie puede imaginar el capital que entra en el país a través de esos visitantes y los millones de horas de mano de obra y de material que mueven.
Obviamente lo que esa pandemia más ha afectado es el movimiento de las personas, y si hasta el más imprescindible ha sido limitado, no digamos el turismo.
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La motorización de la industria del automóvil y del transporte en general va a cambiar radicalmente, el motor eléctrico y todos sus componentes son mucho más sencillos y necesitan muchísimas menos horas de mano de obra. Incluso el servicio de mecánica pos-venta es inferior. Además las fábricas españolas dependen de la decisión de sus matrices europeas y japonesas, que son reacias a entregar las patentes y la tecnología necesaria.A partir de ahora las grandes corporaciones automovilísticas dependerán del soporte económico de sus gobiernos. E indudablemente los distintos estados solo invertirán en proyectos de sus países. Es impensable que franceses, japoneses y alemanes subvencionen la producción y desarrollo tecnológico de sus delegaciones o fábricas en el extranjero.Como otras tantas, la industria del automóvil podría trasladarse a países emergentes, y no necesariamente asiáticos sino del norte de África o Iberoamérica. Los costes de mano de obra y la elevada especialización conseguida en estos países lo indica así.
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Con la inevitable irrupción del Green Deal, la industria de la petroquímica y de sus derivados tiene los días contados. No así la industria necesaria para reciclar y reaprovechar la ingente cantidad de residuos que generamos o que el planeta ha almacenado. Esta industria tendrá que ir desapareciendo o transformarse en una muy distinta, más acorde a las necesidades, como es la del reciclado.El parón económico, pese ser muy importante, solo ha provocado una caída de aproximadamente el 30% en el consumo de los combustibles fósiles. Indudablemente es mucho, pero no refleja lo que se aprecia, que guste o no también es una realidad.
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Los primeros años el turismo de larga distancia decrecerá. A causa de las restricciones por la Covid y la desconfianza hacia los países turísticos más afectados por la pandemia, como España o Italia, el ciudadano europeo descubrirá lugares de veraneo en sus propios países y una parte se acostumbrará a ellos. A eso hay que añadir el descontrol, caos y desconcierto informativo por parte del gobierno español, que ha provocado una enorme desconfianza entre las agencias de viajes extranjeras.Las nuevas tecnologías en el plano de la energía cambiarán por completo la industria de la movilidad. Con el tiempo los aviones o los artefactos que los suplan abandonarán las actuales fuentes de energía, al menos las de origen fósil, y el precio del transporte bajará. Es indudable que las energías del futuro serán más baratas, ya que no necesitarán ser extraídas, refinadas, transportadas y almacenadas para ser consumidas por motores complejos. La Covid está acelerando un nuevo sistema de trabajo más ágil y elástico, por lo cual la gente ya no tendrá la necesidad de hacer vacaciones durante unos meses concretos.
Los países con una temperatura constante podrán rentabilizar más y mejor sus infraestructuras turísticas, ya que gozan de clima estable y benigno la mayor parte del año. No así las que mantienen incómodas diferencias de temperatura. Una empresa de alquiler de veleros, de buceo o un hotel en la playa, deben mantener las mismas infraestructuras sin importar los meses en activo. Igual que el gobierno local ha de crear instalaciones e infraestructuras y mantenerlas, aunque solo sea para tres meses. Paralelamente el turismo de temporada crea fragilidad laboral y paro temporal difícil de absorber y de gestionar. -
El cambio de orden mundial es inevitable. En la segunda mitad del pasado siglo, los EEUU podían resolver, con solo unos ajustes en su moneda o en la emisión de deuda, una crisis mundial, eran el indiscutible motor económico. Actualmente solo pueden aspirar a intentar resolver sus problemas domésticos, a veces con la cooperación de otros estados.El actual enfrentamiento de los EEUU con China, podría comprometer gravemente la recuperación de la economía global. Es imprescindible evitar la vuelta a un mundo dividido en dos bloques económicos, que es lo que el imperio norteamericano pretende con su política, el estás conmigo o contra mí, y el imperio europeo tiene la llave, junto a India y Rusia, de romper esa mala costumbre. Hemos de entender que el nuevo imperio chino se rige por otro sistema económico, su sistema empresarial y productivo depende del Estado, por lo cual los mercados financieros y las empresas intermediarias han de adaptarse a él y buscar mecanismos de mediación para que el intercambio tecnológico y de bienes sea fluido.No cabe la posibilidad, tal como pretende Occidente, que China se rija por un sistema ultraliberal.
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Las nuevas monedas de comercio internacional serán virtuales, internacionales (su virtualidad obliga) y transparentes. Será imposible evitar la preponderancia de una de ellas, tampoco se podrá evitar que la emita o cree uno de los imperios económicos, pero su efectividad dependerá de si es transparente y si el resto la puede controlar.A nuestro modo de ver es imprescindible que cada imperio económico emita o cree la suya, primero para que el intercambio financiero y de bienes en su zona de influencia fluya con facilidad. Segundo para evitar en lo posible la preponderancia de las demás y mantener una libre competencia monetaria.
La situación actual del comercio exterior del Reino de España se puede encontrar en:
- Este gráfico muestra el destino de las exportaciones españolas durante 1918, que es el más reciente que hemos encontrado, para que ustedes se hagan una idea de la situación.
Fuente: Datos Macro |
- El siguiente gráfico muestra uno de los problemas recurrentes de la economía española, quizá de modo exagerado por el tipo de producto, pero que lo define muy bien.
- Desglose de las exportaciones españolas por sectores entre los meses de enero a mayo del 2018
Extraído de:
http://www.gestoresderiesgo.com
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