lunes, 26 de septiembre de 2022

ITALIA, la historia de un desencuentro


Italia acaba de votar a favor del neofascismo. Dejando de lado lo que eso significa, es decir que el italiano de a pie, el que se deja arrastrar por un discurso simplón, con argumentación tan simplona como él, carece de una base ideológica democrática, es decir, que la democracia va por detrás de lo que él considera bienestar. Eso no sería posible en una Unión Europea con auténticos valores democráticos, en una UE que dejara de lado sus diferencias nacionales.
Es normal que, al igual que sucede en otras federaciones, como los EEUU, China o Rusia, las costumbres e incluso culturas de cada Estado, sean muy distintas. Sin embargo, en el momento que uno de ellos sufre una calamidad, el gobierno federal se vuelca para ayudarlo solidariamente. Desde una perspectiva egoista, la supervivencia de la federación está en peligro, y con eso no se juega.
Durante la crisis de la Covid, la UE demostró que la solidaridad solo existe en el plano económico, siempre y cuando los estados con superávit salgan beneficiados. Es decir, la UE no es una federación, ni siquiera sus habitantes, o al menos sus dirigentes, la ven como un ente que comparta unos valores únicos, que la diferencien del resto de federaciones. La UE simplemente y tal como repite nuestro compañero Josep Jover, es una Asociación de Mercaderes, que buscan el beneficio que da el poder intercambiar productos sin la incomodidad de las fronteras.
Italia fue con mucho el país más afectado por la pandemia. Todos recuerdan las ciudades cerradas y convoyes militares con miles de ataúdes. Italia se desgañitó pidiendo ayuda y una política común a la UE, que llegó tarde, mal y con condiciones. Todos recuerdan a Holanda casi insultar a los italianos y luego a los españoles.
Italia recibió ayuda, pero no de Europa sino de Rusia, Cuba y China. Ustedes dirán que interesada, pero la realidad es que miles de médicos y toneladas de material llegaron de esos tres países. Ninguno de la UE, ni siquiera un euro, sino la requisa, por parte de Francia, de las mascarillas que los italianos habían adquirido para sus hospitales. 
 
Por supuesto, la falta de base democrática no es exclusividad de los italianos, la mayoría de los españoles carecen también de ella, quizá incluso más; la diferencia es que entre la realidad política española y el neofascismo hay tan poco margen, que para ser escuchado, este debe radicalizar mucho más su discurso, situándose en unos parámetros que rozan la demencia fascista. Es decir, que del partido neofascista italiano al español hay diferencias. El primero es más culto, desarrolla su discurso con más cuidado e inteligencia, con más solidez. El segundo se dirige a las vísceras más profundas del hispano. El neofascismo italiano se puede comparar a la derecha española, que es europeista mientras cobre y el TJUE moleste poco.
 
En cualquier caso, Europa está en jaque, y tal como está gobernada tiene los días contados. Tampoco debemos rasgarnos las vestiduras, no será la primera ni la última que los europeos intenten una unión. Hasta ahora todas han fracasado. Esperemos que la próxima sea la buena. En un principio Sudamérica lo tenía más fácil y ya ven cómo ha terminado.
 
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lunes, 18 de abril de 2022

Un Réquiem para el Espíritu Crítico


 

No les voy a mentir, esas palabras no son mías sino de Marc Vidal, analista y economista, aparte de divulgador y un montón de cosas más.
En cualquier caso, como ustedes pueden imaginar, me dejaron tan impresionado que no puedo obviarlas.

"Lo primero que desaparece en una sociedad es el espíritu crítico y la argumentación basada en pruebas confiables. Eso sucede porque esas pruebas pueden reproducirse cuantas veces se nos ocurra y siempre dan el mismo resultado. Sin espíritu crítico, el discurso político de salvación convence cautiva, la víctima inicial siempre es el conocimiento, al que con uno u otro argumento se le ajusticia en el ágora de turno con asusaciones no solo falsas sino también pérfidas. Le pasó a Sócrates y a Gutemberg, y pasa hoy.
Cuando saber cosas está mal y lo que se valora es la estupidez y la ignorancia, lo que viene después suele ser catastrófico."


(Marc Vidal, economista, analista financiero)


Corren tiempos convulsos en que la estupidez se abre paso a golpe de temores y complejos, apoyada por una poco inteligente propaganda política e ideológica, tan poco inteligente que solo ha podido abrirse paso gracias a una férrea censura de las ideas del oponente, probablemente tan falto de razón y cargado de estulticia como nuestros maravillosos y "democráticos" líderes.

 

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