idiendo ayuda por doquier. El problema, único en este caso, es que ni el alemán ni el francés tienen intención de ayudar un banco español, sin dirimir responsabilidades ni revisar sus libros de contabilidad; mientras que el español no puede aceptar tal cosa porque se descubriría, por fin, que Rajoy es lo que parece: un deficiente que babea y saca la lengua al hablar, que el resto de su gobierno no sabe hacer la O con un canuto, ni tiene idea de lo que es Europa y el Euro.
Como es habitual, cada uno tiene lo que se merece y el españolito, por lo menos la cuarta parte, es adicto al latrocinio, a la estafa y a la payasada. Debemos asumirlo y como antes mejor. El alemán no tiene ninguna culpa que el español escoja lo que más se le parece: la imbecilidad más supina.
Por favor... aceptémoslo de una puta vez.
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