¿Por qué me fascina tanto el
caos?
Quizá porque en mi fuero interno sé que no existe, que todo sigue un patrón, complejo y a veces imposible de calcular, pero que está aquí nos guste o no.
El sábado, con mis piernas dentro de la piscina y mi nieta en mis brazos, observaba el ir y venir de una pequeña semilla, que se acercaba y alejaba impulsada por una combinación de factores, a veces previsibles y otras no tanto. Eso es lo más parecido al caos, pensé en aquel momento, igual que el orden de las galaxias en el Universo, que la unión de las partículas cuando formaron las primeras estrellas y planetas. Nosotros somos producto de un mal llamado caos.
O quizá porque lo que más me gusta de este mundo es el cálculo, no el que se tiene por tal sino el que determina el orden de las cosas y su futuro.
No me gusta la contabilidad, eso tan mecánico y perfecto, sino la ingeniería económica.
Actualmente estamos dominados por contables, seguramente contratados por las grandes corporaciones o la gran Sociedad Anónima que controla la economía del mundo; sin embargo, no es esa contabilidad la que hace crecer o decrecer sino la manera de separar lo que crea riqueza y situarlo en el espacio más adecuado. Las cifras son las mismas, pero ordenadas de una u otra manera pueden crear riqueza o destruirla. Hoy estamos gobernados por un grupo que ha decidido, voluntaria o involuntariamente, destruir la riqueza.
Quizá porque en mi fuero interno sé que no existe, que todo sigue un patrón, complejo y a veces imposible de calcular, pero que está aquí nos guste o no.
El sábado, con mis piernas dentro de la piscina y mi nieta en mis brazos, observaba el ir y venir de una pequeña semilla, que se acercaba y alejaba impulsada por una combinación de factores, a veces previsibles y otras no tanto. Eso es lo más parecido al caos, pensé en aquel momento, igual que el orden de las galaxias en el Universo, que la unión de las partículas cuando formaron las primeras estrellas y planetas. Nosotros somos producto de un mal llamado caos.
O quizá porque lo que más me gusta de este mundo es el cálculo, no el que se tiene por tal sino el que determina el orden de las cosas y su futuro.
No me gusta la contabilidad, eso tan mecánico y perfecto, sino la ingeniería económica.
Actualmente estamos dominados por contables, seguramente contratados por las grandes corporaciones o la gran Sociedad Anónima que controla la economía del mundo; sin embargo, no es esa contabilidad la que hace crecer o decrecer sino la manera de separar lo que crea riqueza y situarlo en el espacio más adecuado. Las cifras son las mismas, pero ordenadas de una u otra manera pueden crear riqueza o destruirla. Hoy estamos gobernados por un grupo que ha decidido, voluntaria o involuntariamente, destruir la riqueza.
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Reniego de todo aquello que significa
decrecimiento, cuando fui uno de sus más acérrimos defensores. El
humano debe crecer sin fin, el día que no lo haga, primero entrará
en coma y luego se extinguirá. No en número, eso no hace falta;
tampoco en consumo, que eso es de estúpidos; pero sí en calidad de
vida.
Debemos trabajar menos y producir bienes duraderos y reciclables, electrodomésticos y automóviles que aguanten veinte años como mínimo, con tecnologías que permitan el cambio de motores para reducir el consumo. Tejidos de calidad, fabricados respetando el medio ambiente; vestidos confeccionados con hilaturas o tecnologías que garanticen su durabilidad. Hemos de combatir la obsolescencia programada y declarar a todo aquel que atente contra la naturaleza y el bienestar del ser humano, como loco y reeducarlo o reducir su capacidad de decisión al mínimo.
Debemos trabajar menos y producir bienes duraderos y reciclables, electrodomésticos y automóviles que aguanten veinte años como mínimo, con tecnologías que permitan el cambio de motores para reducir el consumo. Tejidos de calidad, fabricados respetando el medio ambiente; vestidos confeccionados con hilaturas o tecnologías que garanticen su durabilidad. Hemos de combatir la obsolescencia programada y declarar a todo aquel que atente contra la naturaleza y el bienestar del ser humano, como loco y reeducarlo o reducir su capacidad de decisión al mínimo.
Actualmente el ser humano dispone la
tecnología y los materiales para hacerlo posible, solo necesita
decidirse y trabajar para hacerlo efectivo.
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Hablo con una dependienta que votó al
de la coleta y que curiosamente está a favor de la monarquía. El
portero del edificio, republicano hasta la médula, me dice que ha
entrado en la web y ha votado, pero con cierto desconcierto, ya que
no entendía muy bien las preguntas. Le explico que nos costó un
poco prepararlas. Votar a un rey es actuar contra de la DUDH y es
difícil decirle a un pirata que acepte una votación en la que una
de las opciones atente contra algo tan sagrado. Una mujer ya entrada
en años que espera el ascensor, se gira y me observa
atónita. Ella también está a favor y no sabía que según la DUDH, nadie por su linaje puede estar por encima suyo.
Vuelvo a la tienda y me encuentro a una francesa comprando. Tiene una tienda en el Midi y dice que ahora comprar en España sale barato. Reconoce haber votado a Le Pen, charlamos de política y descubro que es menos de derechas que cualquiera de los peperos que conozco, incluso que de algunos socialistas; y, por supuesto, parece tan xenófoba como cualquier españolito de a pie, esos que hacen cola para ser visitados en el ambulatorio o para comprar el pan.
Vuelvo a la tienda y me encuentro a una francesa comprando. Tiene una tienda en el Midi y dice que ahora comprar en España sale barato. Reconoce haber votado a Le Pen, charlamos de política y descubro que es menos de derechas que cualquiera de los peperos que conozco, incluso que de algunos socialistas; y, por supuesto, parece tan xenófoba como cualquier españolito de a pie, esos que hacen cola para ser visitados en el ambulatorio o para comprar el pan.
-Front National no es xenófobo, de
hecho muchos de sus afiliados y votantes son antiguos magrebíes -me
dice.
Y cuando me vuelvo para revisar la
venta del día anterior, oigo que pretende pagar sin IVA.
Y me pregunto quiénes somos y lo que pretendemos.
Y me pregunto quiénes somos y lo que pretendemos.
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Solo hay un modo de salir de esta,
trabajar menos horas y redistribuir la riqueza. El que pretende ir a
la contra debería saber que su tiempo ha terminado, además a una
velocidad inasumible incluso para los mejor preparados.
Reviso los últimos datos económicos, o macroeconómicos como gusta decir a algunos. Una vez más mis predicciones se han cumplido. En cuanto el estado afloja mínimamente la mano a través del ICO, las importaciones suben, el 8% en lo que va de año, y las exportaciones han caído más de un 5%.
El precio de la deuda ha bajado en el primer trimestre, sin embargo, ha sido adquirida en gran parte por la banca española con dinero del BCE. Los fondos de inversión extranjeros solo compran deuda española a cambio de grandes beneficios, tal como hicieron durante el cuarto trimestre. No obstante sorprende el hecho que el BCE y los alemanes hayan cambiado de política, justo después del auge de la izquierda y del neofascismo; que más curioso aún, coinciden en sus planteamientos económicos.
El sistema parece contento, sus datos de contable barato son positivos. El empleo ha subido, principalmente por la hostelería, sin embargo, el global de las cotizaciones de la seguridad social se ha mantenido. Es decir, que hay más gente trabajando, pero su producto unitario ha disminuido y el global es el mismo.
Reviso los últimos datos económicos, o macroeconómicos como gusta decir a algunos. Una vez más mis predicciones se han cumplido. En cuanto el estado afloja mínimamente la mano a través del ICO, las importaciones suben, el 8% en lo que va de año, y las exportaciones han caído más de un 5%.
El precio de la deuda ha bajado en el primer trimestre, sin embargo, ha sido adquirida en gran parte por la banca española con dinero del BCE. Los fondos de inversión extranjeros solo compran deuda española a cambio de grandes beneficios, tal como hicieron durante el cuarto trimestre. No obstante sorprende el hecho que el BCE y los alemanes hayan cambiado de política, justo después del auge de la izquierda y del neofascismo; que más curioso aún, coinciden en sus planteamientos económicos.
El sistema parece contento, sus datos de contable barato son positivos. El empleo ha subido, principalmente por la hostelería, sin embargo, el global de las cotizaciones de la seguridad social se ha mantenido. Es decir, que hay más gente trabajando, pero su producto unitario ha disminuido y el global es el mismo.
Incluso un contable malo sabe que los
datos que expongo muestran la caída económica y que España todavía
no ha tocado fondo, principalmente porque el tan manido fondo en economía no existe, y porque seguimos siendo
gobernados por los mismos tontos.
Y mientras pasa todo esto, el
expresidente del pelotazo y de los 800.000 puestos de trabajo, dice
que votar a Podemos significa escoger ser bolivarianos en cambio de
daneses, cuando el gobierno bolivariano está legislando como el
danés, mientras el español lo hace igual que Carlos Andrés Perez,
antiguo presidente de Venezuela, encarcelado por corrupción y, por cierto, amigo
íntimo de Felipe González.
Y aún hay gilipollas que votan “socialista”.
Y aún hay gilipollas que votan “socialista”.
Vivir para ver.
.
Venía a decirte que me está pasando lo mismo que a ti, que tras muchos meses pensando que el decrecimiento era una de las soluciones, ahora pienso que no está ahí el quid de la cuestión. Comulgamos con lo mismo, Pau.
ResponderEliminarDe todo lo demás, poco puedo decirte, poco puedo aportar, sobre todo de datos económicos y demás.
Viva el caos, Pau, viva el caos, aunque sepamos que, por más que nos gustase, no existe. ;-)